La presidencia de honor del Sevilla de Caparrós, ¿necesidad real o política?

Análisis

El momento de aguda desazón del Sevilla invitó a Del Nido Carrasco a anunciar el nuevo cargo que encarnará Caparrós ante la falta de referencias identitarias

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Joaquín Caparrós, entre José González-Dans y Agustín López Páez durante la comparecencia de José Mª. del NIdo Carrasco.
Joaquín Caparrós, entre José González-Dans y Agustín López Páez durante la comparecencia de José Mª. del NIdo Carrasco. / Antonio Pizarro

EL tiempo de profunda desazón que viven el Sevilla y el sevillismo depara decisiones que quizá habrían requerido un consenso y una reflexión reposados. Este Sevilla no está para ninguna de las dos cosas, por eso ni extraña que José María del Nido Carrasco, en una salida política propia de estos tiempos, diera un decretazo para crear una institución que no estaba contemplada y que se ha sacado como un conejo de la chistera: la presidencia de honor. Quizá no era el momento.

Solapado entre otros eventos de tremenda enjundia, la comparecencia del presidente del Sevilla en plena crisis socioinstitucional del club y la presentación de Antonio Cordón como nuevo director de fútbol profesional –el rol de director deportivo–, Joaquín Caparrós fue anunciado como nuevo presidente de honor del Sevilla. Así, como de soslayo...

En primer lugar, ya suena un poco raro que el anuncio de la creación de un cargo de tal envergadura se produzca coincidiendo con una comparecencia en la que se manifestó la tremenda crispación que viven el Sevilla y su entorno. La figura de Joaquín Caparrós tiene un profundo arraigo en la historia del club y habría merecido un escenario más amable, menos agrio, en caso de que hubiera habido un consenso sobre su idoneidad para tal cargo. Y en segundo lugar, cabe la duda de si el Sevilla necesita un presidente de honor o es el presidente del Sevilla el que necesita una figura que represente al club ante su pérdida de credibilidad. Un pararrayos...

La pregunta abre un incómodo debate donde los consejeros que aprobaron tal hecho podrían haber esperado un remanso en medio de la tormenta. ¿Necesita el Sevilla una presidencia de honor? ¿O se trata realmente de una necesidad política de sus actuales rectores? Es la primera cuestión que invita a la dialéctica cuando se analiza con el prurito de la reflexión objetiva esta decisión.

Otra cuestión es si lo que ha buscado el actual consejo, representado en última instancia por Del Nido Carrasco, es realizar un reconocimiento a Caparrós por sus últimos servicios en su delicado estado de salud. En este caso parece excesivo cargarlo con la responsabilidad de un cargo que, aun siendo simbólico, tiene mucho peso.

A Joaquín el Sevilla FC le debe todo lo que le debe y un poquito más. Vino sin preguntar y sin rechistar, no me dejó explicarle lo que necesitaba de él porque se estaba viniendo ya para acá y desde aquí le doy las gracias eternas”, dijo Del Nido Carrasco al anunciar el nuevo cargo y su designación. No le faltó razón al presidente blanquirrojo, pero cabría distinguir entre un reconocimiento –como el que tuvo en octubre de 2023 al ser nombrado Banquillo de Oro como entrenador que más veces ha dirigido al Sevilla– y el nombramiento para un cargo representativo.

Aquí se abre otra cuestión:la idoneidad del designado como presidente de honor. Caparrós ha hecho muchísimas cosas en el Sevilla. Fue el entrenador que lo sacó de Segunda División en 2001 y lo llevó a Europa en 2004 sacando al club de su crisis de finales del siglo XX. Acudió a la llamada de José Castro tres veces –como técnico interino en 2018 y 2019 y como director de fútbol en 2018-19– y estuvo como responsable de cantera en la 19-20. Ytambién acudió a la llamada de Del Nido Carrasco en 2025 para su cuarta etapa como técnico. Suma en total 229 partidos y el Sevilla es al que más ha entrenado por delante del Athletic, con el que también está muy vinculado tras los 187 partidos que dirigió allí. Nunca vistió la camiseta del Sevilla, más allá de un pequeño lapso en los escalafones inferiores, aunque como entrenador es una referencia identitaria incuestionable.

Caparrós es un ídolo interno, pero quizá le falte el barniz diplomático que requiere la representatividad al más alto nivel como es el de la presidencia de honor del club. Es una figura de la casta y el coraje... y del fango y la precariedad. Ahí se encumbró desde su vertiente pasional, que tuvo un episodio en el palco en el último derbi. Y ahora, más mesurado en sus declaraciones a sus 69 años, lo cargan con este mochuelo que habría encajado mejor para una figura universalmente reconocida como Jesús Navas. Pero esto requeriría otro debate...

Jesús Navas: el mejor embajador no tiene rol aún

Sin necesidad de nombramiento alguno, el mejor embajador que tiene el Sevilla es Jesús Navas González. Desde su retirada como futbolista profesional en diciembre de 2024, el palaciego ha recibido todo tipo de reconocimientos de primer nivel. La UEFA lo invitó a la final de la Europa League entre el Manchester United y el Tottenham Hotspur. Y estuvo en vísperas de la final de la Liga de Naciones animando a España para el partido con Francia. No necesita cargo alguno... ni lo quiere. Podría ser otro embajador del club como ya es Pablo Blanco, aunque eso de hablar en público no es lo suyo. Ni le hace falta después de ser el futbolista que más veces vistió la camiseta del Sevilla (705) y el que más títulos ganó (ocho más cuatro con España)... Por ahora sigue sin rol definido.

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