El Sevilla está on fire. 16 puntos de 18 posibles, una firmeza muy notable, físicamente perfecto y con la confianza por las nubes. El mejor Sevilla de Emery se paseó la mañana de la Cabalgata por el Sánchez Pizjuán ante un Getafe en otra época bestia negra y esta vez mero espectador de noventa y pico minutos fantásticos ante una platea muy poblada y repleta de niños.

Agresivo y equilibrado, el Sevilla completó una primera media hora pletórica, con profundidad, orden y las ideas claras, acorralando al Getafe de manera abrumadora. Las ocasiones se sucedían siempre con la impresión de que el gol era cuestión de tiempo y que el viento tendría que girar 180 grados para que el Getafe no se marchara de vacío.

Qué cosas, justo cuando el Getafe recordó al Sevilla que enfrente había rival con un pase en profundidad a Colunga y buena parada de Beto, Bacca hizo una pared con Vitolo para que el canario batiera por bajo a Moyá y materializara la gran superioridad local en un corto 1-0.

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Este Sevilla en el que Emery recuperó a Rakitic junto a M'Bia (el gran debate sevillista del primer tercio de Liga), añadiendo a Gameiro detrás de Bacca, no dejó títere con cabeza. El croata fue una auténtica pesadilla y un líder de otro nivel, Bacca desplegó una variedad de movimientos y recursos estupenda y Vitolo siguió en su línea de confirmarse como un fichaje de futuro por descubrir. Y M'Bia mantuvo el orden...

Si encima Fazio y Carriço no tuvieron el menor problema con una anticipación y colocación acertadísima, el Getafe lo tenía bastante crudo. El Sevilla, para colmo, jamás levantó el pie del acelerador y la segunda parte fue una existosa continuación de la primera, con Rakitic jugando a su antojo y con una verticalidad igual que eficaz que las paredes y las incorporaciones en ataque estático.

Bacca (un gol y dos asistencias) y el propio Rakitic redondearon un 3-0 que además de suponer un regalo de Reyes al sevillismo mantiene una tendencia claramente al alza y recupera a este proyecto como candidato a esa cuarta plaza que no hace tanto parecía obligatoria y que ahora vuelve a ser una meta de calado.