Tragedia en Santiago

El accidente de tren golpea a La Isla al dejar cinco víctimas mortales

  • Las víctimas mortales formaban parte del grupo de siete personas que habían partido de la localidad isleña a pasar las vacaciones en la ciudad gallega. Dos mujeres se encuentran estables

La Isla despertó ayer a una de las jornadas más negras que recuerde al conocer que siete de los pasajeros que viajaban en el tren Alvia siniestrado enSantiago eran de SanFernando, tres familias que solían viajar juntas y que se dirigían a la capital gallega a pasar unos días de vacaciones. Solo dos de ellos sobrevivieron. La tragedia dejó a cinco isleños en el largo listado de víctimas mortales.Su fallecimiento se conoció a lo largo de una jornada de auténtico vértigo que se vivió en la ciudad entre la incertidumbre y la angustia a medida que se fueron confirmando los peores pronósticos.

La consternación fue mayúscula al tratarse de personas conocidas en la localidad, tanto por su vinculación con el mundo cofrade como por el hecho de que varios de ellos eran profesionales de la docencia en varios centros educativos de la ciudad por los que ha pasado además un gran número de isleños.  

Entre los fallecidos se encuentra IgnacioBustamante Morejón, funcionario del área de Hacienda yControl de la Gestión del Ayuntamiento de SanFernando e insigne cofrade con una larguísima trayectoria a sus espaldas. Fue hermano mayor de la cofradía de la Oración en el Huerto de San Fernando durante más de dos décadas, a cuya junta de gobierno perteneció hasta 2004.  Presidió también el Consejo de Hermandades y Cofradías a finales de la década de los 90 y pregonó la Semana Santa isleña en 1987 y la coronación canónica de la dolorosa de su hermandad en 2006, de la que también fue su padrino.Actualmente, formaba también parte del consejo pastoral de la parroquia de la Divina Pastora. 

La noticia de su trágica muerte, confirmada por algunos familiares a primeras horas de la tarde, impactó al mundo cofrade isleño. De hecho, las tres familias que viajaban en elAlvia guardaban, en mayor o menor medida, relación con esta conocida cofradía delMartes Santo.

Su mujer, Pepa Álvarez, es una de las dos personas del grupo que ha conseguido salvar la vida, aunque con graves lesiones.Ayer permanecía ingresada en el Hospital Clínico de Santiago donde tuvo que ser intervenida a causa de varias fracturas de envergadura. A pesar de la conmoción que sufría y de otras consecuencias físicas del accidente, estaba estable y fuera de peligro, incluso llegó a hablar con los familiares que hasta allí se desplazaron. Pepa es profesora de Lengua en el instituto de Enseñanza Secundaria Sancti Petri, aunque también ha ejercido su profesión en los colegios Almirante Laulhé y Servando Camúñez. 

La otra superviviente isleña del suceso que ha conmocionado al país es una joven de 26 años con síndrome de down. Fátima Reyes Quijano permanecía estable, sin que sus heridas revistieran gravedad, según informaron algunos familiares a este periódico. Las labores de organización del operativo de emergencia motivaron que fuera derivada al Hospital Policlínico de la Rosaleda, centro privado en el que fue atendida. 

Fátima viajaba con sus padres, que perdieron la vida. Su madre, Rosa Quijano, interventora del BBVA en la oficina de la céntrica calle Real (con La Herrán), fue una de las últimas víctimas cuyo fallecimiento fue confirmado a lo largo de la caótica jornada de ayer. Durante todo el día su nombre figuró en el listado de desaparecidos, sin que se hubiera conseguido identificar entre los heridos o el grupo de los fallecidos. A media tarde, su familia –tras una angustiosa espera– recibió la trágica noticia. 

Horas antes se había conocido la suerte de su marido, Antonio Reyes, que también murió en la tragedia. Aunque en principio se llegó a incluir entre los supervivientes, Alfonso Jiménez, director del Instituto Sancti Petri, del que Antonio también era profesor, desmentía las informaciones minutos después de recibir una llamada que advertía del error.  Desde media mañana hasta primera hora de la tarde –cuando fuentes oficiales confirmaron los dos primeros fallecidos de La Isla– se desconocía qué había pasado coneste docente de SanFernando. 

Tampoco la tercera pareja que viajaba en el Alvia, igualmente profesionales de la enseñanza, consiguió salvar su vida. Francisco García Pereira, maestro ya jubilado del colegio Puente Zuazo, ingresó en el Hospital Policlínico, como constaba en el registro de víctimas. Sin embargo, no llegó a superar las fuertes heridas y lesiones que padecía. La información de que había fallecido mientras se les realizaba una prueba médica se conoció a mediodía, aunque no fue confirmada hasta varias horas después. De su esposa, Esperanza Márquez, que ejercia como él en el colegio Puente Zuazo, poco se supo a lo largo de la jornada. En su caso, según el testimonio de algunos familiares, fue necesaria la toma de muestras de ADN para confirmar su identidad.A última hora de la tarde se confirmaba oficialmente su fallecimiento.

La Isla vivió con auténtico estupor la tragedia desde primeras horas de la mañana.A lo largo de la jornada, la angustia fue ganando terreno a la esperanza a medida que pasaban las horas y seguía sin saberse nada de las personas sin identificar hasta que se conoció el trágico desenlace. Familiares de las víctimas se desplazaron hasta Santiago tras conocer el suceso. Llegaron a media mañana y se encontraron con una caótica situación. “La espera ha sido horrorosa.Han sido demasiadas horas sin saber qué ha ocurrido con los familiares que viajaban en el tren”, contaba consternado a este periódico el sobrino de una de las parejas fallecidas al referirse a lo arduo y lento que resultó el proceso de identificación de las víctimas. 

Allí, en Santiago, los familiares de las víctimas se encontraron también con la ayuda  voluntaria de algunos isleños que estaban en Galicia y que se acercaron bien a los centros sanitarios donde estaban siendo atendidos o bien al centro de información habilitado en el edificio Cersia, en SanLázaro. Javier Díaz, cofrade isleño que actualmente trabaja allí y que conocía también a varias de las víctimas y a sus familias , fue uno de los más activos a lo largo de toda la jornada. “Es muy duro”, advertía consternado. “No he visto nunca nada igual”. 

Jóvenes isleños que hacían elCamino –y que igualmente conocían a algunas de las víctimas– acudieron también al hospital nada más enterarse con la intención de ayudar en lo que fuera posible.Incluso llegaron a hablar con una de las dos supervivientes, todavía conmocionada por el fatal accidente. 

Las muestras de dolor y apoyo a los familiares por la inesperada tragedia fueron continuas a lo largo de una aciaga jornada que dejó marca en la ciudad de San Fernando.

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