Causa criminal

“Juani, Juani, que te quiero”, así reconstruye Jesús Pradales cómo mató a Juana Canal

Fotografía de Juana Canal cuando estaba desaparecida

Fotografía de Juana Canal cuando estaba desaparecida

El 22 de febrero de 2003 se produce una fuerte discusión entre Juana y su pareja, Jesús, en el piso en el que vive ella con uno de sus hijos, de 18 años. Ésta decide alertar a la Policía de lo que está sucediendo y dos agentes se presentan en su casa. Por aquel entonces no existía un protocolo de actuación contra un posible caso de violencia machista por lo que se consideraba suficiente que los agentes hicieran acto de presencia para que se disolviera la reyerta. Pero ese día no fue así. Jesús Pradales, tras despedirse de los policías continuó discutiendo con Juana y le asestó un golpe, según cuenta en su declaración ante la jueza, que la hizo caer al suelo y perder la vida. “Yo me eché hacia atrás y ella vino hacia mí, por delante”, argumenta. En ese momento Jesús la golpea mortalmente. “Juani al caer no le dio a nada”, sostiene. A la pregunta de la jueza de si la víctima tenía sangre el acusado responde que no. “Fue prácticamente instantáneo, caer y ya está”. Se dio cuenta de que estaba sin vida porque “estaba inmóvil, con los ojos abiertos, boca arriba y las pupilas muy dilatadas”. Cuenta además cómo intentó reanimarla: “le di así en la cara”, (hace un gesto con las manos), “Juani, Juani que te quiero”, cuenta mientras se emociona en la sala. Cuando Jesús Pradales comprueba que ha matado a su pareja se pone a hacer las maletas para bajarlas al coche. Cuenta que intentó llevarse el cuerpo cogiéndola en brazos, simulando que estaba ebria, pero le resultó imposible porque pesaba mucho. Fue entonces cuando decidió meter el cuerpo de Juana en la bañera para descuartizarlo con un cuchillo que había cogido de la cocina. Confiesa que metió “cada parte del cuerpo en una maleta, limpié la bañera y ya está, me llevé el cuerpo de Juani”.

Antes de salir de la vivienda y a sabiendas de que el hijo mayor de Juana iba a volver en unas horas, Jesús Pradales dejó una nota escrita a mano que decía lo siguiente: “Sergio, hemos vuelto a discutir. Ha llamado a la Policía y, después, tu madre se ha tomado un montón de pastillas y se ha ido. Ha habido un momento que se ha quedado muy grogui. Me ha amenazado con beber. Me voy a buscarla”.

Después de dejar la nota Jesús se lleva el cuerpo desmembrado de Juana en dos maletas que mete en su coche y viaja hasta Navarredondilla, un pueblo de Ávila cercano a donde los padres de éste tenían una finca. Allí la entierra y 24 horas más tarde acude a denunciar la desaparición de Juana Canal diciendo que tuvieron una fuerte discusión en la que ella lo agredió a él y que incluso cogió un cuchillo amenazándolo con suicidarse para que lo culparan a él de su muerte. De esta manera Jesús logra convertirse en la víctima de Juana y que a ésta se la vea como una persona agresiva e inestable que ha desaparecido por voluntad propia.  Cuando los agentes se presentan en la casa de Juana para investigar la desapareción no hay ni un rastro de sangre. Son su hijo mayor y su hermana Ana María quienes inician una búsqueda paralela denunciando que Juana no ha podido irse. Comprueban, además, que ésta no se ha llevado absolutamente nada, ni el DNI, ni ropa, ni tarjetas bancarias o dinero, ni tabaco. Esto les resulta muy raro y no dejan de luchar para conocer el paradero de Juana.

Tras esto, el causante de la muerte de Juana consigue rehacer su vida con rapidez y empezar de cero. Inicia una nueva vida en la que, con algún altercado, va a estar medianamente tranquilo, como si no hubiera pasado nada.

Ahora, Jesús Pradales se encuentra en prisión preventiva sin fianza mientras se celebra el juicio por la muerte de Juana Canal y a la espera de que se dicte sentencia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios