Vivimos tiempos en los que la forma en la que vestimos puede llegar a convertirse en una tortura. Así no. Esto póntelo así. En invierno usa esta prenda y en verano ni se te ocurra ponerte esta otra. La dictadura de la moda es autoritaria y dirige el estilo de presentarse y vivir de mujeres y hombres, a quienes el protocolo martiriza en muchos casos. Los zapatos y el cinturón deben ser del mismo color, la corbata debe ser siempre más oscura que la camisa y debe llegar a la hebilla del cinturón sin sobrepasarla, el pañuelo debe armonizar con los colores de la corbata y la camisa. Los puños de la camisa deben sobresalir 1,5 cm de las mangas del traje. ¿Y la chaqueta? Lo del mundo de los botones en las chaquetas es un universo paralelo. Siempre surge la duda sobre cuántos botones hay que abrocharse. Pues bien, todo depende del modelo de chaqueta que se lleve, aunque lo más habitual es dejar sin abrochar el último botón ¿Por qué? Aquí os lo contamos.

La principal razón por la que se renuncia a abrocharse el último botón de la chaqueta es la comodidad. Al tenerlo así se gana movilidad y soltura corporal, algo que se agradece, sobre todo en los contextos en los que se suele usar esta prenda. Lo llamativo de este hecho es el germen de esta decisión, que no surgió de la nada, sino de los caprichos de un monarca.

Teorías sobre el uso del último botón de la chaqueta

Porque cuentan los expertos en moda que fue el rey Eduardo VII de Reino Unido el que decidió romper con el protocolo que había por entonces a principios del siglo XX y solucionar los inconvenientes de su volumen torácico cortando por lo sano. Mientras que el resto de autoridades llevaban todos los botones de la chaqueta puestos él se desabrochaba el último botón de la chaqueta, lo que supuso que finalmente todos terminaran copiando su comportamiento para no dejarle en evidencia. 

Aunque esta es la postura oficialista de la medida, otras teorías apuntan a que los primeros en buscar la comodidad a la hora de vestir fueron los jinetes que practicaban hípica y necesitaban mayor holgura para poder competir a lomos del caballo, mientras una corriente más elitista otorga el poder de cambiar la tendencia de la población a los miembros del exclusivo club Pop de la escuela de élite del Eton College, que empezaron a no usar el tercer botón de la chaqueta para sentirse especiales, pero no les salió bien la jugada porque al poco tiempo el resto de la sociedad comenzó a imitar su comportamiento.