Cerrar la puerta de la lavadora nada más terminar el lavado: un hábito peligroso para tu electrodoméstico
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Cuando el programa de lavado concluye, el tambor y las juntas de la lavadora siguen estando húmedos. Esa humedad, si se encierra sin posibilidad de ventilar, crea el ambiente perfecto para el crecimiento de moho, bacterias y malos olores. El espacio interior de una lavadora cerrada funciona como una pequeña cámara estanca: no entra aire, no hay evaporación y las superficies permanecen mojadas durante horas o incluso días.
Con el paso del tiempo, este entorno favorece la aparición de manchas negras en las juntas de goma, así como un olor desagradable que no sólo permanece dentro de la máquina, sino que también acaba impregnando la ropa lavada. A esto hay que añadir que el moho puede dañar los componentes de goma y afectar al rendimiento de la lavadora, haciendo que consuma más energía y agua, o incluso provocando fallos en el sistema de drenaje.
La importancia del secado interno y la ventilación
Según técnicos especializados en mantenimiento de electrodomésticos, la solución es simple pero efectiva: deja la puerta de la lavadora abierta al menos durante unas horas tras cada uso. Así se favorece la ventilación del tambor, permitiendo que el agua residual se evapore y reduciendo la posibilidad de que aparezcan microorganismos.
Una buena práctica es dejar la puerta abierta completamente durante dos o tres horas, especialmente si el lavado se ha realizado con agua caliente o si hay alta humedad en el ambiente. Posteriormente, si necesitas cerrarla por motivos de espacio, puedes dejarla ligeramente entreabierta —unos centímetros bastan— para que continúe la circulación del aire.
Este pequeño gesto no solo mejora la higiene del electrodoméstico, sino que también alarga su vida útil, evita reparaciones costosas y garantiza que la ropa lavada mantenga un olor fresco y limpio.
Otros consejos de mantenimiento para una lavadora sin olores ni moho
Además de ventilar el tambor, existen otras recomendaciones que los expertos sugieren para mantener la lavadora en óptimas condiciones:
- Seca las juntas de goma con un paño después de cada lavado. Esta zona acumula fácilmente restos de agua, detergente y suciedad.
- Limpia el cajetín del detergente periódicamente, ya que también puede generar moho si queda húmedo.
- Haz un lavado en vacío con vinagre o con un producto específico antical y antibacterias una vez al mes. Esto ayuda a eliminar residuos y desinfectar el interior.
- No uses más detergente del necesario. El exceso de jabón no mejora la limpieza y puede generar acumulaciones que promuevan la aparición de bacterias.
- No dejes la ropa mojada en el tambor durante horas. Sacarla en cuanto finaliza el ciclo evita que la humedad se asiente y genera malos olores.
Conclusión: un gesto simple que marca la diferencia
Puede parecer un detalle sin importancia, pero dejar la puerta de la lavadora abierta tras cada uso es una de las mejores decisiones que puedes tomar para proteger tu electrodoméstico. Es una medida gratuita, sencilla y efectiva que reduce la humedad interna, evita olores desagradables y contribuye a un funcionamiento más eficiente y duradero.
En definitiva, cuidar de la lavadora empieza justo cuando deja de funcionar. Así como cuidamos nuestra nevera, limpiamos el filtro del aire acondicionado o purgamos los radiadores, también debemos entender que la lavadora necesita respirar después de cada jornada de trabajo. Una puerta abierta hoy es una lavadora sana mañana.
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