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Sociedad

El auge de los libros de temática científica para niños y jóvenes

  • Títulos que desde la ficción o la divulgación se adentran en la ciencia se prodigan con el inicio del curso, tanto que hasta algunos colegios los incluyen en sus listas de lectura.

Los libros para niños y jóvenes que difunden contenidos científicos, bien sean divulgativos o de ficción, han salido definitivamente del armario e incluso se prodigan con el inicio de curso, una época propicia para publicar novedades o reeditar incluso algún éxito inesperado.

Uno de los títulos destacados en este ámbito ha sido la novela juvenil La puerta de los tres cerrojos, de la física barcelonesa Sonia Fernández-Vidal, en la que la autora combina la fantasía con los misterios que deparan la materia y el universo. Al querer introducirse en una misteriosa casa camino del instituto, el protagonista, Niko Mir, se ve atrapado en un Mundo Cuántico donde ocurren cosas sorprendentes y tendrá la misión de devolver el equilibrio entre su mundo cotidiano y el universo de partículas y leyes enigmáticas que acaba de descubrir.

Aparecida en marzo de este año y traducida ya a ocho idiomas, la editorial La Galera acaba de publicar la quinta edición de la novela en castellano, pues muchos colegios han incluido La puerta de los tres cerrojos como uno de los libros de lectura para el presente curso. Sonia Fernández-Vidal señala que la aparición de libros que divulguen temáticas científicas "es algo absolutamente necesario", pues "a los más pequeños y a nuestros jóvenes hay que formarles e inspirarles para hacer despertar en ellos la pasión por la ciencia, porque serán nuestros científicos del futuro".

En esta línea, Fernández-Vidal está escribiendo su segunda novela, Quantic love, destinada a jóvenes algo más mayores y que relata la historia de una estudiante que un verano acude a trabajar al Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) y que "mientras descubre la poderosa fuerza del amor, va descubriendo también la magia de cómo se formó el universo".

Igualmente, como una mezcla de fantasía y mecánica cuántica se presenta Nada pura 100%, del autor e ilustrador oscense Javier Sáez Castán, quien crea un universo lewiscarrolliano en el que el profesor Campbell y el Cerdito investigan los efectos de un Agujero-Nada surgido del interior de un bote que engulle cualquier objeto. El libro, publicado por Anaya, hace reflexionar sobre la complejidad de nuestro mundo y las partículas elementales que lo conforman, mientras resalta la importancia de la ciencia para el avance de la humanidad. Curiosamente, el autor ya apunta en el texto la existencia de partículas elementales capaces de alcanzar una velocidad superior a la de la luz, un asunto de máxima actualidad científica tras los recientes experimentos del CERN con neutrinos que están removiendo las bases de la física.

Para niños a partir de 6 años acaba de editarse Fibonacci, el soñador de números, libro en el que Joseph D'Agnese relata la vida y aventuras de Leonardo Fibonacci o Leonardo de Pisa, uno de los matemáticos más destacados de la Edad Media. En este volumen publicado por Editorial Juventud, con sugerentes ilustraciones de John O'Brien, los niños comparten la pasión por las cifras de Fibonacci, a cuya influencia se debe el cambio en Occidente de la numeración romana por la arábiga, tras sus viajes por el Mediterráneo y Oriente Próximo. El pequeño lector se aproxima también a la denominada serie de Fibonacci, una sucesión especial de números descubierta por el matemático que pueden representarse gráficamente con una espiral y que conecta directamente con cifras y formas muy comunes en la naturaleza, como flores y frutos o conchas y cuernos de animales.

Para edades más avanzadas Cossetánia ha publicado 100 inventos que han cambiado el mundo, del biólogo e investigador del CSIC Daniel Closa, una guía que sitúa en su contexto histórico lo que representaron algunos de los más destacados descubrimientos, avances o invenciones humanas. Junto a los inventos clásicos que cualquiera incluiría en una lista semejante, como la rueda, la moneda, el papel, la escritura, la pólvora, la imprenta, la bombilla, el cine, la radio o el avión, figuran otros también fundamentales pero tal vez no tan unánimemente reconocidos por la humanidad, como el martillo, la palanca, los pozos, las latas o la cama.

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