Parques inundables: así es el modelo sostenible que ayuda a mitigar el impacto de una DANA
“La Marjal” de Alicante almacenó un volumen de hasta 22.000 m3 de aguas pluviales en 2.019
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El 29 de octubre, cuando la DANA sacudió el sureste peninsular, muchas preguntas se quedaron suspendidas en el aire. Entre ellas, si hubiera sido posible mitigar el impacto de las inundaciones. Con más de 200 víctimas mortales y decenas de desaparecidos, las acusaciones de culpa han ido desde las competencias de cada Administración, debido al retraso en la alerta de Protección Civil; hasta el calentamiento global o las condiciones urbanísticas en las zonas más afectadas.
Sea como sea, lo cierto es que esto ya había pasado. Aunque no con las mismas consecuencias. Por ello, se ha catalogado como la peor catástrofe natural en lo que va de siglo en territorio español. No obstante, después de las riadas acaecidas en Alicante en septiembre de 2.007, se trabajó en una idea: el proyecto de creación del que sería el primer parque urbano inundable de España, inaugurado finalmente en abril de 2.015.
El primer parque urbano inundable de España
Bajo el nombre de La Marjal, este recinto se creó para solucionar el problema hidráulico que suponen las lluvias torrenciales. Así, como recoge el Ayuntamiento de Alicante, “en caso de lluvias fuertes sirve como vaso de retención de aguas pluviales, reduciendo el riesgo de inundación en la parte baja del barrio, pudiendo almacenar hasta 45.000 m3 de agua”. Además, se constituye como un espacio de ocio y esparcimiento, una “esponja protectora” que hace las veces de pulmón verde en la ciudad.
“En el interior del vaso de retención hay un gran estanque rodeado de vegetación acuática donde puede observarse flora y fauna propia de los humedales naturales valencianos (marjales)”, prosigue el consistorio. “Para el mantenimiento del agua en condiciones adecuadas se dispone de un circuito de recirculación que incluye una cascada, un estanque pequeño y un rápido”.
El proyecto, realizado por un grupo interdisciplinar de ingenieros y arquitectos, costó 3,5 millones de euros y se concibió para ser un lugar lleno de biodiversidad, capaz de acoger una tormenta y liberar el flujo de las aguas torrenciales en zonas más propensas a las inundaciones.
La naturaleza en la ciudad, una esponja ante inundaciones
La urbe se vale entonces de la naturaleza para reducir el impacto que, como hemos visto estos días, puede provocar la “gota fría” en algunas regiones. En este sentido, la vegetación sirve de amortiguador, a diferencia del cemento, una pista de aceleración que aumenta la velocidad y el impacto de las riadas.
Después de su creación, el 21 de agosto de 2.019 se registró el día más lluvioso de los últimos 160 años en la ciudad. “Como consecuencia de las precipitaciones, el parque inundable “La Marjal”, ha entrado en funcionamiento almacenando un volumen total de aguas pluviales de 22.000 m3, aproximadamente un 50% de su capacidad total, lo que constituye el máximo volumen almacenado desde su puesta en servicio en abril de 2015”, recogía entonces Aguas de Alicante en un comunicado de prensa.
Otras ciudades con parques inundables
Sin embargo, Alicante no es la única ciudad que ha implementado esta opción. Tal es el caso del País Vasco, donde se han impulsado diferentes proyectos en Bilbao, Balmaseda, Hondarribia, Areatza, Tolosa o Durango.
“Cerca de la quinta parte de los países del mundo sufrirán problemas relacionados con el acceso al agua en 2.040”, afirma Transecto. “Pero mientras algunas ciudades con estrés hídrico buscan formas sostenibles de gestionar el preciado recurso, otras experimentan un considerable aumento del nivel del mar y lluvias torrenciales que causan inundaciones".
“La capacidad de las ciudades de adaptar su infraestructura frente a este nuevo contexto parece ir a una velocidad distinta a los cambios asociados al clima, no obstante, algunas iniciativas como los parques y plazas inundables abren una oportunidad para empezar a gestionar de manera sostenible uno de los recursos más importantes para la vida”, concluye.
Después de lo sucedido en Valencia, ahora solo queda esperar ante el largo recorrido que hay por delante, qué medidas pueden tomarse para evitar que algo así vuelva a suceder.
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