Numerosos estudios han demostrado que la leche ayuda a conciliar el sueño. Su alto contenido en calcio y triptófano, un aminoácido que promueve la liberación de serotonina, directamente relacionado con el sueño y el placer. Además, los lácteos son ricos en melatonina, la hormona que participa en el control de los ciclos de sueño.

Aunque, pese a su base científica, un vaso de leche antes de dormir no hace milagros. Para ello, entran en juego otros factores importantes en la calidad del sueño. El principal es la cena, la última comida del día antes de dormir. Los expertos recomiendan no ir a la cama con el estómago lleno, por ello, es aconsejable cenar pronto y ligero, para favorecer a la digestión previa al sueño. Los alimentos fritos o rebozados están descartados. Es importante sustituir las comidas pesadas por productos hervidos, asados, cocidos o a la plancha, al igual que combinar proteínas, como la carne y el pescado, con verduras.

Pese al cambio de la rutina normal provocada por el confinamiento, es necesario establecer una hora fija de sueño, al igual que cuidar los hábitos previos a la hora de dormir. La luz azul, presente en dispositivos como la televisión o el móvil, es un factor importante en la alteración del sueño.

Los expertos recomiendan recurrir a técnicas de relajación y respiración que permitan desconectar del día. Leer un libro antes de dormir es una de las actividades más simples y efectivas para conciliar el sueño.