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Tribuna

“BARNEARIO”

  • El bar es un espacio de reunión entre parroquianos de alma triste y una mezcla de personas alegres

Emilio Vara

Emilio Vara / M.G.

El bar tiene que ser la prolongación de la casa. Espacio de ocio, de inspiración y de reunión entre parroquianos de alma triste y una mezcla de personas alegres y auténticas.

Sin bar no hay vida. Una ciudad sin bares es una ciudad sin alma, y Sevilla es una ciudad de bares, de muchos bares, por eso tiene algo de especial que la distingue del resto de las demás. “Si no hay un cacho bar en mi calle, no hay vida”.

En realidad, solo aspiro a traerles en este “barneario” toda la alegría, el amor, la tristeza y muchas de las cosas importantes que pasan detrás de este mostrador de cinc niquelao o de madera vieja, una especie de diván donde los tipos corrientes buscan la complicidad del camarero para poder pensar en voz alta. “El camarero es la única persona con la que se puede pensar en voz alta”.

La vida es una barra de un bar y el cliente, una oportunidad.

Algunos bares guardan la esencia de toda la ciudad. Los bares no son sitios, son las personas que lo habitan y que lo llenan de alma. Tipos con alma, miradas, palabras, sonrisas, como un cartel alusivo que hay en casa moreno: “No tenemos güifi, hablen entre ustedes”.

¡Eso sí!... Sin prisas. La prisa es plebeya. La prisa en los bares destruye toda ternura y belleza. Debemos saborearlo todo muy despacio, un buen vino, una rica tapa, una amena charla y una grata compañía. Todo acompasado con una delicada y suave atención. “La atención es la carícia más hermosa”.

Me gustaría reivindicar las barras de los bares como un santuario de respeto, de serenidad absoluta, donde ese nudo que, a veces, se forma de gente en pie, que no pueden moverse en ninguna dirección, algunas caras vagamente conocidas, famosas, populares, de siempre… forman entre ellas una coreografía de palabras, de sonidos agradables y crean un saludable ambiente lejos del jaleo y del murmullo vociferador. Todo ello envuelto en esa atmósfera de complicidad y relajación que brota frente a un par de botellines de cuello largo demasiado frío, una copa de vino decente o un aromático y humeante café pausado. “Un buen café es tan necesario como una buena compañía”.

Deseo que este “barneario” de palabras termales, con o sin gusto, hayan permitido una honda relajación, copa en mano, ensimismados y reposados en la barra de cualquier bar de Sevilla, (hay un bar en Sevilla y muchos bares en Sevilla) a la espera de la atención de un recurrente y eficaz camarero. “Si no sirvo, no sirvo”.

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