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Los gases de efecto invernadero vuelven a batir récord

A pesar de la paralización provocada por la pandemia, la emisión de este tipo de gases vuelve a marcar cifras de récord

A pesar de la paralización provocada por la pandemia, la emisión de este tipo de gases vuelve a marcar cifras de récord

El pasado año 2020, los gases del efecto invernadero responsables de retener el calor en la atmósfera volvieron a marcar una cifra de récord. De hecho, esta tasa de aumento de carácter anual ha sido superior a la media entre el período estimado entre el año 2011 y el propio 2020.

Lo más preocupante es que esta tendencia se ha seguido manteniendo durante el presente año 2021, tal y como informa Boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre los gases de efecto invernadero y la Agencia SINC.

En 2020, el gas más abundante de este tipo, el dióxido de carbono, CO2, alcanzó as 413,2 partes por millón, ppm, situándose en el 149 % de los niveles preindustriales. El metano, CH4, llegó al 262 %, mientras que el óxido nitroso, N2O, alcanzó el 123 %, ambos sobre los niveles del año 1750, año escogido como referencia del momento en el que se comenzó a modificar el equilibrio natural del planeta. A pesar de que el coronavirus provocó una paralización temporal de la economía, este no ha tenido ninguna consecuencia positiva en la emisión de este tipo de gases. 

Principal consecuencia: Subida mundial de temperaturas

Debido al aumento de las emisiones de dióxido de carbono la temperatura actual permanecerá al menos durante varias décadas, debido a que es un gas de muy larga vida. Esta situación persistirá aunque este tipo de emisiones consigan ser nulas. Unido al calentamiento del planeta, se estima que los fenómenos meteorológicos extremos empiecen a aumentar con el tiempo.

De esta cifra emitida de CO2, hasta la mitad permanece aún en la atmósfera, mientras que la otra mitad correspondería a los océanos y ecosistemas terrestres. La OMM, a través de su boletín, ha alertado de que estos dos enclaves pueden llegar a perder efectividad, creando sumideros y perdiendo capacidad de absorción del CO2, por lo que no podrían evitar aumentos de temperatura posibles.

En cuanto al forzamiento radiativo provocado por los gases de efecto invernadero de larga vida, entre 1990 y 2020 aumentaron hasta un 47 %. Este cálculo se ha realizado con el monitoreo de la red del Programa de Vigilancia de la Atmósfera Global, VAG, de la OMM.

El Secretario General de la OMM, el profesor Petteri Taalas, ha advertido que si no se remedia ni siquiera nos llegaríamos a acercar al objetivo marcado en los acuerdos de París: "El boletín manda un mensaje científico contundente a los negociadores en materia de cambio climático que participarán en el 26º período de sesiones de la Conferencia de las Partes (CP26) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Si se mantiene el actual ritmo de aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero, el incremento de la temperatura a finales de este siglo superará de lejos el objetivo establecido en virtud del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 °C por encima de los niveles preindustriales (...) Estamos muy lejos del camino marcado".

No en vano, el CO2 puede llegar a aguardar en la atmósfera hasta siglos, elevándose este tiempo si se encuentra en los océanos: "Muchos países están fijando objetivos para alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono y se espera que en la COP26 se produzca un aumento espectacular de los compromisos asumidos en ese sentido. Pero debemos cristalizar esas ambiciones en acciones. No hay tiempo que perder".

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