Cómo ha maltratado La 2 durante el verano a sus espectadores más fieles. Su parrilla ha sido una coctelera de documentales repetidos desde bien temprano hasta la madrugada, sin ningún criterio que guiase dichas reposiciones. Todo ha sido repetido. Hasta las exitosas películas clásicas de los lunes. Por no hablar de los documentales bélicos o los de naturaleza.

¿Acaso piensan que en julio, agosto y buena parte de septiembre no queda nadie al otro lado de la pantalla? Máxime sabiendo cuál es la oferta del resto de canales por estas fechas. La parrilla se ha resuelto a coste cero.

La producción propia ha sido tan exigua que se puede resumir en un par de líneas. Se ha limitado a la itinerante misa dominical (que se instaló en agosto en la localidad de Rivas Vaciamadrid); Días de cine (reducido a media hora), el taurino Tendido cero, y de madrugada, los Festivales de Verano de Vitoria, San Sebastián y San Javier, con la salvedad de que hasta finales de julio se emitieron los de 2020.

Todo lo demás, los conciertos matutinos, los capítulos de Montalbano o Pizzofalcone, Documentos TV o La noche temática, eran repeticiones. El programador se sacó de la chistera la reemisión de Verano azul y la miniserie sobre Lorca. Ya puestos, podía haber dedicado una franja al Archivo, donde haber exhibido dramáticos, musicales, series, concursos o magacines, dado que lo ochentero tan de moda están en la actualidad.

Lo malo es que la nueva temporada empieza a dar sus pasos, y mucho nos tememos que salvo en contadísimas excepciones como la franja de noche, las repeticiones van a seguir campeando a sus anchas por la valiosa y olvidada La 2, completando una parrilla que no anda en consonancia con lo que debería ser el canal público de la cultura, un prestigio audiovisual, de un país europeo como España, con sus 46 millones de habitantes.