meritxell martorell. '21 días' en cuatro

"No tengo cargas de hijos, así que ahora es el momento de vivir esto"

  • La reportera que releva a Adela Úcar vive hoy en una comunidad ultraortodoxa judía La nueva protagonista ha vivido de cerca los padecimientos de los refugiados

Esta reportera barcelonesa ha tomado la cámara que llevaron Ádela Úcar y anteriormente Samanta Villar para contar sus experiencias en primera persona durante 21 días. El programa ha regresado a Cuatro y tras la prostitución de la semana pasada Meritxell Martorell ofrece hoy sus vivencias con una comunidad ultraortodoxa judía en Estados Unidos.

-¿Realmente su programa son 21 días, sin descansar del programa en ningún momento?

-No hay otro formato tan sacrificado. Son 21 días de lleno en el tema en cuestión, a jornada completa. Es estar viviendo otra vida. Realmente algo así es agotador y apasionante. Cuando regresas de un programa te sientes desubicada de la actualidad pero con 21 días ganas otras cosas, imposibles de vivir sin un trabajo así.

-¿Cómo fue su fichaje?

-Estaba de viaje. En Boca Boca buscaban reportera y mi vídeo entró en el proceso de selección. Hice varias pruebas hasta que fui seleccionada.

-Por supuesto que sabía dónde se metía...

-Conocía el programa. Había trabajado hasta ahora en varias cadenas locales de Barcelona y Hospitalet y hasta que no te ves en 21 días no piensas que vas a vivir algo así.

-¿Qué vieron en usted para seleccionarla?

-Creo que vieron en mí las ganas enormes de aprender, la curiosidad. Me encanta conocer otras culturas. Lo importante es no tener demasiados miedos. Este es un programa que requiere mucho. Mi vida personal es flexible y no tengo cargas como hijos. Así que ahora es el momento de vivir un programa como éste.

-Hablaba usted de cuando llega a casa tras pasar tres semanas intensivas ¿cómo es ese momento?

-Llegas tan agotada que te tumbas en la cama y no deshaces la maleta hasta el día siguiente. Ha sido tan intensa la vivencia que te cuesta días desconectar de lo que has vivido, como me pasó cuando estuve con los refugiados sirios en la frontera con Grecia.

-¿Cómo fue su primera experiencia, la del prostíbulo? Comenzó fuerte en el programa.

-Fue comenzar con una experiencia muy dura. Vives situaciones muy incómodas junto a las prostitutas. Ademas de conocer el día a día te acercas a una forma de vida difícil de soportar. Cada chica es un mundo y algunas lo hacen por necesidad. Pero dedicarte a la prostitución no se justifica ni por el dinero, en teoría, fácil. No todas las prostitutas están coaccionadas.

-Aunque por supuesto usted no se prostituyó ¿qué sensación tuvo en esos 21 días?

-Pierdes la noción del tiempo. Los horarios están tan cambiados que no te orientas sobre qué hora es. Las prostitutas no tienen más vida que el local. No tienen tiempo, ni aficiones... Se levantan a las tres de la tarde...

-Sería aún más dura la experiencia con los refugiados...

-Sí, estuvimos en Lesbos y en Policastro, en la frontera de Grecia con Macedonia. Hablamos con muchos de ellos, huyendo de tantas atrocidades. En ese momento te ves gente como tú que en poco tiempo se han visto con sólo una bolsa a miles de kilómetros de su casa. Me afectó muchísimo. No es lo mismo ver este caos en los informativos que palpar lo que se vive en la frontera. Compartir el frío, la humedad, los padecimientos.

-¿Resaltaría algún momento de ese programa?

-Cuando estábamos en uno de los 63 autobuses paralizados en tierra de nadie. Parados, en colas tremendas, sin explicación y sin saber qué va a pasar. Son miles de personas sin comida, sin que nadie les ayude, salvo la labor de los voluntarios.

-Los espectadores verán hoy su experiencia con los ultraortodoxos judíos.

-Son comunidades que siguen a rajatabla 613 preceptos religiosos. Estuvimos en dos comunidades, en Nueva York y Guatemala. Viven con normas disparatadas. No hay ningún contacto entre género masculino y femenino y los niños se llevan todo el día rezando.

-¿Cuáles serán sus siguientes vivencias de 21 días?

-Pasaremos tres semanas siguiendo el rastro del ayahuasca. Un brebaje de los chamanes del Amazonas. En estos momento en España no está considerado como droga y en la zona de Iquitos, en Perú, ha crecido el turismo para tomar esta sustancia. Es psicodélica. Te provoca un viaje interesante.

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