'El clan Olimpia', la historia de barrio y drogas de este verano

Entre las sugerencias veraniegas españolas El clan Olimpia es una panorámica actualizada a lo que fuera el cine quinqui, reconvertido aquí en drama familiar con notas exóticas y escenas de acción que desmerecen el conjunto de los seis episodios dirigidos entre Gracia Querejeta, Violeta Salama y Claudia Pedraza. Tal vez por eso se palpa cierta irregularidad. Hay momentos que recuerdan El padrino; otros que parecen beber de El pico y Colegas; y otros que no pasan de videoclip de Sebastián Yatra.

El Clan Olimpia, serie que estrenaba a principios de este julio Disney + que deben aguardar a una continuación que despeje todo lo que queda en el aire, es la adaptación de las vivencias de la madre de la protagonista, Zaira Romero, joven gitana que ha de sacar a su familia adelante cuando su depresivo marido se ve aquejado por el cáncer. Ambientada a principios de este siglo (con los móviles a pedales como contexto de comunicación), la historia de Arantxa Cuesta y David Muñoz es un retrato de nuestros barrios humildes, con rasgos realistas y déficit de crudeza entre los villanos y la familia de Olimpia que devalúan un relato interesante y que da la sensación que daba para más.

El trabajo de Juan Carlos Vellido, el padre, es de lo más destacado de un elenco con altibajos, actores, sobre todo los extranjeros, que a veces cuesta entender lo que dicen (y no es cuestión de acentos).

El ama de casa protagonista comienza por el menudeo y termina con encargos de droga desde Colombia. Todo sea por tratar a su marido en Houston; todo sea por despistar de forma improbable a su recta familia donde está mal visto que las mujeres se salgan del tiesto. Un hermano desastre y un taxista colombiano (Jorge Perugorría) con una entrañable lealtad.

El clan Olimpia en el fondo es una sincera historia de amor en el sismógrafo de las circunstancias. Versión local de Breaking Bad que le falta ser más incómoda para sentir la angustia de la osadía de Olimpia.