Esta semana se ha estrenado en Netflix la escalofriante a la vez que inquietante película documental ‘Memorias de un asesino: las cintas de Nilsen’. Con 85 minutos de duración, esta historia promete ponerte la piel de gallina y tenerte bien enganchado a la pantalla. Desde la cárcel, el asesino inglés Dennis Nilsen se ocupa de contar en más de 250 horas de cintas todo lo referente a su vida y los brutales asesinatos que cometió en Gran Bretaña entre los años 1978 y 1983. 

Estos asesinatos se produjeron en Londres a un total de 15 personas.

Denominado como el ‘carnicero de Muswell Hills’, ya que todos sus crímenes se gestaron en ese barrio, se ocupó de descuartizar y enterrar a todas sus víctimas bajo el suelo de su casa.

En este documental se traza el perfil psicológico y macabro del horrible asesino que buscaba víctimas jóvenes y vulnerables. 

Creado por los autores del documental ‘No te metas con los gatos’ y dirigido por Michael Harte, se llevó a cabo una profunda investigación sobre los asesinatos de este peculiar personaje así como de su entorno.  La producción, además de contar con la voz propia del preso, también ofrece diversos testimonios de periodistas, policías, supervivientes y familiares de las víctimas.

Este ‘asesino amable’  atraía a sus víctimas mediante engaños para posteriormente estrangularlas y en otras ocasiones ahogarlas.

Dennis Nilsen de joven. /GETTY IMAGES

Completados los homicidios, Nilsen llevaba a cabo un ritual en el que bañaba y vestía a sus víctimas para conservarlas un tiempo y practicar con ellas la necrofilia. Tras ello, las diseccionaba y quemaba o simplemente las tiraba al inodoro.

A través de la película documental, podemos comprobar cómo es capaz a lo largo de cinco años de seguir cometiendo asesinatos y ataques desmesurados sin obtener ningún tipo de sospecha. 

Un tipo normal

Dennis Andrew Nilsen nació el 23 de noviembre de 1945 en Fraserburgh, al noroeste de Escocia. Perteneciente a una familia de soldados y pescadores vivió desde pequeño el desequilibrio emocional de la separación de sus padres y la crianza de su abuelo materno con una religiosidad extrema que terminó por desestabilizarlo. 

Retraído y tímido, en su pubertad se dio cuenta de sus orientación homosexual, a los 15 años dejó el colegio y se alistó en el ejército. 

Algunas de las víctimas de Dennis Nilsen. /GETTY IMAGES

Tras finalizar su servicio militar voluntariamente a los veintisiete, decidió formar parte de la policía de Londres pero parece que allí no encontró su sitio. Finalmente, trabajó como funcionario del Ministerio de Trabajo para la Oficina de Empleo de Denmark Street.

A partir de esta época fue cuando su obsesión con la muerte comenzó a materializarse imaginándose en compañía de hombres que le atraían tras perder la vida. 

De esta manera, comenzaron los cortejos a varones en los años posteriores que concluyeron en sus muertes por ahogamiento o estrangulación y a los cuáles vestía y sentaba a su lado hasta el punto de llevar a cabo actividades cotidianas con ellos. Cuando comenzaba el momento de la descomposición se ocupaba de meterlos bajo las baldosas de su piso. 

Frío, calculador y sin resquicio alguno de remordimiento, Nilsen llevó una vida aparentemente normal y con la conciencia bien tranquila hasta el momento de su detención y encarcelamiento en el que confesó cada uno de sus crímenes.