El poder de unos Levi's

De niño rebelde a profesor de guitarra de "niños pijos", Pablo Motos se inició en la comunicación de chiripa.

Pablo Motos, director y presentador de 'El Hormiguero', ahora en Antena 3.
Pablo Motos, director y presentador de 'El Hormiguero', ahora en Antena 3.
I. Brea

22 de marzo 2013 - 05:00

Se desvive por su trabajo y cada mañana se levanta, antes de que el despertador suene, agobiado por los índices de audiencia del día anterior. Lo que pocos saben es que el conductor de El Hormiguero, que anoche celebraba su programa 1.000, se inició en el periodismo de rebote. La vida de Pablo Motos (Requena, Valencia, 1965) hubiera tomado por unos derroteros diferentes si sus padres no le hubieran regalado una guitarra. Y él mismo lo reconoce. Asegura que fue un niño hiperactivo sin diagnosticar; un niño "puñetas" capaz de romper un televisor para imponer que en su casa compraran un aparato en color; o aplastar una grasienta salchicha contra la pared recién empapelada. Y nunca le importó pasar las horas en un trastero sin luz para pagar sus jugarretas.

Pero estas trastadas fueron a más y en sus primeros años de juventud comenzó a delinquir. Aunque todo cambió cuando vio que la mitad de sus amigos o habían muerto o habían terminado en la cárcel. Afortunadamente en sus manos cayó una guitarra y, como a las fieras, la música lo amansó. Llegó a convertirse en un virtuoso de este instrumento, capaz de estar tocándola 12 horas seguidas. Y fue este giro del destino y, sobre todo, la propuesta que le hizo un "niño pijo" de su pueblo para que le enseñara a tocar la guitarra, lo que le hizo cambiar su visión del mundo. "Quería tener sus Levi's", le dijo en una entrevista a Juan José Millás. Benditos pantalones.

A la vez que profesor fue disc-jockey en una discoteca y, para promocionarla, llegó a la radio. Aquello le encandiló. Ante su insistencia le concedieron un programa semanal y, poco a poco, llegó a convertirse en el director de Radio Requena. Aunque aquel trabajo lo compaginaba con el de limpiacristales del hospital en el que su padre trabajaba de cocinero porque era la única manera de tener Seguridad Social. Asegura que fue en su puesto de limpiacristales donde conoció el humor y, desde entonces, le ha sacado partido.

Sus ansias por mejorar en el dominio del castellano le hicieron memorizar el diccionario desde la primera palabra hasta la última y cuando llegó a Onda Cero Valencia dormía todas las noches en la emisora para poder estudiar más sobre una profesión que le maravillaba. Desde ahí su proyección fue creciendo como la espuma: primero con Julia Otero, luego con el Club de la Comedia de Canal + y varios éxitos en el teatro. Pero lo que de verdad le cambió la vida fue la propuesta que le llegó desde la Ser para tomar el relevo a Gomaespuma en No somos nadie, un programa donde comenzó a trabajar con muchos de los que hoy forman El Hormiguero. Entre ellos, también su mujer, Laura.

Pese a que con El Hormiguero ha tocado el cielo con premios de renombre, si de algo presume este pelirrojo inquieto al que le asustan los photocalls es de tener los pies muy en el suelo. Le honra.

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