Intervención por videollamada

¿Por qué no tratamos con dignidad a Zelenski?

  • La aparición del líder ucraniano en el Congreso tuvo un soporte tan lamentable como las reacciones de los políticos de los extremos 

Un diputado toma una foto de las pantallas con Zelenski en el Congreso

Un diputado toma una foto de las pantallas con Zelenski en el Congreso

Cuando el líder ucraniano Zelenski se asoma a los monitores dispuestos por nuestras mullidas Cortes parecía recibirse a un actor. Un convidado al que hay que agasajar con ojos entornados y aplausos de gominola. Sus señorías aplauden y se marchan después a la cafetería, al hotel, a sus reuniones de palmeros, mientras el televisado orador se marcha a la guerra: a tomar graves decisiones, a contemplar cómo son masacrados sus paisanos.

Aquí en España, que tenemos a la Guerra Civil como un fósil incandescente, aún nos arrojamos a la cara los muertos como si estuvieran siendo acribillados por las calles. Guernica y Cabra o Málaga (o Teruel, Madrid, Barcelona, Sevilla), cualquiera, son nombres que en el contexto de lo que sufrieron nuestros antepasados nos deberían causar consternación y compasión por todos los que murieron. E incluso por los que sobrevivieron. Ya está bien de azuzar con la Guerra Civil como si hubiera sido ayer, porque lo de ayer es Bucha, donde tenemos bien claro quiénes han sido los criminales. Los rusos.

No escarmentamos. Se apaga el televisor de Zelenski y este dirigente no se va a inaugurar glorietas sino a escuchar informes de bajas, ataques y a ver qué será de todos ellos dentro de un par de meses. Mientras, en España optamos por discutir aún quién tuvo más culpa, más muertos y más rencor de una guerra que ya debería ser sólo materia de los libros de Historia. Está claro que en la guerra de nuestros muertos los regímenes totalitarios de Alemania y la URSS estaban encantados con sumarse a la carnicería. Tomar escudo alguno de los bandos en estos momentos resulta muy patético porque hay formaciones de extrema izquierda y extrema derecha que parecen relamerse con llevarnos a una confrontación como la de Ucrania.

Zelenski es digno de admiración, pero no es un actor que asoma al televisor: es la personificación de la dignidad y la resistencia de un país masacrado por los rusos mientras los políticos de la CUP, BNG, Vox o el Partido Comunista prefieren discutir sobre el sexo de los ángeles de 36.

Lo de la aparición del dirigente ucraniano en el Congreso parecía como la gira por provincias de un influencer al que le agasajan los fans con los ojos chispeantes. Faltó dignidad y voltaje en el respeto por parte de los políticos españoles.

Y la puesta en escena, lamentable, con una traductora que se superponía como un mal doblaje. ¿Era necesario? ¿No podíamos haber escuchado la voz de Zelenski, con subtítulos, para que resonara en aquel Congreso que fue tomado por las metralletas hace 41 años y que nos tuvo al borde un abismo como el de Ucrania?

¿No somos capaces en España de encontrar una unanimidad serena, honesta y valiente para escenificar nuestro apoyo a la democracia, a Europa, a nosotros mismos, a nuestra esperanza? Hay determinados políticos y partidos, con sus voceros en Telemadriles  (y en Telecinco, con una tal María Jamardo, ¿va a seguir apareciendo en más programas?) , con los que no se puede contar para atisbar la luz de una prosperidad futura.

La acogida institucional que hemos dado a Zelenski debió ser muy mejorable y la sensación que tenemos desde casa fue incluso descorazonadora.

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