Enrique Ponce y José Ribagorda: reflexiones en torno a una reaparición
Parafernalia taurina
Los Mano a Mano de la Fundación Cajasol llegaron a su edición número 72 sirviendo de prólogo a la vuelta del maestro valenciano, que volverá a enfundarse el traje de luces el próximo 17 de mayo en Nimes
Unos toreros de 'Puerta del Príncipe'
En las pavesas de la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia
El veterano maestro valenciano Enrique Ponce y el periodista madrileño José Ribagorda, que es hijo de torero y un desacomplejado aficionado practicante protagonizaron en la noche del pasado martes la LXXII edición de los clásicos Mano a Mano de la Fundación Cajasol. La convocatoria se desarrollaba en unas circunstancias muy particulares que marcaban su hilo conductor. La primera, que daba título a la propia charla, es la inminente reaparición del diestro de Chiva, que volverá a enfundarse el traje de luces el próximo día 17 en el coliseo de Nimes. Iniciará así una temporada de despedida que ponga, de una u otra forma, un cierre oficial a una carrera sin parangón en la historia del toreo. Ponce, que decidió parar inesperadamente a finales de 2019, ha alcanzado una notoriedad extra por los vericuetos de su vida sentimental pero había dejado la puerta abierta a una despedida formal en las plazas más emblemáticas de su trayectoria.
José Enrique Moreno, moderador habitual de estos encuentros culturales, aludió al “altísimo nivel” de un Mano a Mano que no dejaba de ser el prólogo periodístico del retorno del torero valenciano. Ponce, advirtió Moreno, tenía claro que este peculiar vis a vis sólo podía ser con Ribagorda. “Es uno de los personajes más importantes que tenemos a favor del toreo”, advirtió el propio torero subrayando la altura profesional del presentador. “Nunca le ha fallado el pulso para declararse taurino y es un grandísimo aficionado”, aclaró el maestro de Chiva.
La charla, precisamente, no podía abstraerse de la más rabiosa actualidad y los efectos colaterales de la arbitraria cancelación del Premio Nacional de Tauromaquia por parte del ministro de Cultura Ernest Urtasun. Ribagorda se ha distinguido por ubicar el hecho taurino a la medida de la expectación que despierta en los informativos que dirige en Telecinco. “Si Enrique decía que quería estar conmigo tenía que estar aquí”, señaló el presentador recalcando que “la tauromaquia hay que defenderla de argumentos espúreos que van, sobre todo, en contra de la libertad”. Ribagorda habló de tradición, señas de identidad, de la idiosincrasia de este país y alabó la libertad que le otorga su propio medio para hablar de toros a través de la pantalla. “Los toros son noticia y no entiendo porqué no vamos a dejar de informar de ellos”, espetó antes de escuchar una fuerte ovación.
Una temporada de reacción
Pepe Ribagorda desveló que las cámaras de Telecinco, precisamente, estarán en Nimes para informar de la reaparición de Ponce. “Es una gran noticia que un torero de su dimensión vuelva a estar ahí; nadie puede presumir de las cifras que él tiene” añadió el periodista aludiendo a la cualidad de “gran personaje” del torero valenciano alabando, como cualidad principal, “su gran inteligencia”. Pero Ribagorda pisó terrenos más comprometidos al señalar que la temporada de 2024 podía ser de “reacción a tantas decisiones arbitrarias y las plazas de toros podrían llenarse más que nunca”.
Ponce se refirió a las circunstancias que acompañaron su inesperada retirada: “Necesitaba parar, me vino así y decidí no torear más; acabó la corrida de León y supe que era la última. No pensaba volver, estaba muy tranquilo, feliz en Almería pero allí donde iba me decían que no podía irme así”. El veterano diestro asumió esa expectación y tomó la decisión de volver a torear. “No podía irme así y comprendí que no podía marcharme sin decir adiós; no pasarán de quince o veinte corridas, quiero que cada tarde se viva con intensidad, como una despedida de cada plaza. Había ofertas para que fuera una temporada completa pero quería que fuera algo especial y tenía que elegir” añadió el matador que declaró sentirse “ilusionado”.
“Me encuentro bien, me encuentro lleno y sólo necesito que ayuden un poquito los toros; me encuentro con alma para dar, para decir adiós en las plazas a las que acuda sintiendo el toreo como siempre he querido transmitirlo”, explicó Enrique Ponce que, esa misma mañana, había estado entrenando en el campo bravo sevillano. “Tengo que agradecer a la gente ese cariño de tantos años pero luego sale el toro por ahí y te juegas la vida; había que pensarlo bien”, reflexionó el torero.
Unas cifras sin parangón
Ponce habló de sí mismo como “un inconformista” antes de hablar de la necesaria humildad para seguir aprendiendo “sin estancarse” aludiendo a un concepto, aprendido de su abuelo, que no es otro que “estar siempre encima del toro”. Ribagorda reincidió en el concepto de la “inteligencia” como suprema virtud de toreo de Enrique Ponce. “Ha estado 34 años de alternativa, ha indultado más de 50 toros, ha cubierto más de 10 temporadas toreando cien corridas de toros y ahora vuelve a los ruedos y tenemos que despedirle como se merece”. Ponce bromeó al desvelar que se asombraba de haber sido capaz de matar a los toros que ahora cuelgan de las paredes de su casa. “Te relajas y empiezas a ver el toro como un mortal más, no como un torero y lo difícil es volver a mirar el toro con la visión de un torero”.
“Los toros van a estar toda la vida”, proclamó Enrique Ponce aludiendo a la polémica decisión del ministro Urtasun. “Este señor no es nadie para decidir qué es cultura porque sí lo es te guste o no te guste”, precisó el diestro. “Es que no pueden ir contra la tauromaquia, está protegida por ley”, añadió Ribagorda definiendo la salida de pie de banco del ministro de Cultura como “una manifestación de impotencia”.
“Si es que la gente joven está más implicada que nunca, van con la cara alta y dicen que son aficionados sin ningún complejo; ésa es una de las bases más importantes que tiene la tauromaquia en esos momentos y ese es el futuro, la permanencia de esto; en ese sentido tenemos que estar contentos”.
“Al toro habría que enseñarlo en los colegios; hay que hablar de los beneficios que reporta a los hoteles, a los restaurantes… ¿por qué no se habla del vínculo de la tauromaquia con el arte?”, se preguntó Ribagorda. “O el impacto ecológico”, añadió Ponce en el centro de una conversación que entró en velocidad de crucero sin poder abstraerse al clima de indignación que ha producido en el sector la decisión de Urtasun.
Ponce entró en terrenos más personales al evocar su propia intimidad en estos últimos años. “Siempre había tenido el toro incrustado en la cabeza y en este tiempo he podido hacer otras cosas sin pensar que tenía que torear al día siguiente; en la plaza se puede ver tu estado de ánimo porque los toreros somos transparentes y no dejamos de ser artistas, tenemos que estar llenos para poder expresar porque una cosa es pegar pases y otra es torear con un sentimiento”.
La charla también sirvió para reseñar los contactos con la empresa de la plaza de la Maestranza para escenificar una despedida de la afición sevillana que no tendrá lugar. “Tenía Madrid hecho y ya no cabía en el planteamiento de temporada venir a Sevilla un día antes o después de Las Ventas; lo pensé y le dimos vueltas y Ramón Valencia puso mucho interés pero al final no lo ví; si hubiéramos hecho Sevilla antes a lo mejor no habría ido a Madrid el 28 de septiembre; era la primera corrida que habíamos hecho con la del 9 de octubre en Valencia, que será la de despedida”. Y hablando de Sevilla, Ponce recordó aquella épica tarde con los toros de Zalduendo. “Es la que se me viene a la cabeza aunque ya había abierto antes la Puerta del Príncipe en la feria de San Miguel, en 2006 con la faena al segundo toro de Zalduendo me gané el respeto de la afición de Sevilla, más que con la tarde de la Puerta del Príncipe”.
La charla, definitivamente, entraba en su recta final. Ponce se abrió por completo: “quiero que la gente que va a verme por última vez se encuentren con el torero de siempre, pero con un poquito más de sabor”. 2327 corridas de toros avalan una carrera sin precedentes. 5257 toros muertos a estoque, 53 toros indultados… son algunas de las cifras de una carrera que tendrá punto final el próximo 9 de octubre en Valencia.
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