El Juli cuaja una faena poderosa

SEXTA DE LAS CORRIDAS GENERALES DE BILBAO Ganadería: Corrida de Garcigrande-Domingo Hernández, de presentación y juego dispar. Los mejores, primero y quinto. TOREROS: Enrique Ponce, de azul y oro. Estocada baja (oreja). Pinchazo y dos descabellos (saludos tras ovación). Julián López 'El Juli', de sangre de toro y oro. Estocada (oreja). Estocada trasera y defectuosa (oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo, con protestas al presidente). Miguel Ángel Perera, de lila y oro. Estocada (saludos tras ovación). Tres pinchazos y casi entera (saludos tras ovación con aviso). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao. Jueves 27 de agosto. Casi lleno.

Con un gran ambiente -casi lleno-, la corrida de Garcigrande-Domingo Hernández fue dispar en presentación y juego, lo que dio como resultado un espectáculo desigual con tres figuras del toreo: Ponce, El Juli y Perera. El valenciano brilló por estética ante el que abrió plaza; el madrileño cuajó una faena pletórica de dominIo al quinto y el pacense tuvo escasas opciones ante el peor lote.

El Juli firmó una de las faenas más completas de su temporada, Sucedió con Juglar, un negro chorreao que de salida no convenció al respetable. Le faltaba remate en pecho y culata. El madrileño, con una capacidad asombrosa, estudió a su oponente en una primera parte en la que buscó en la encastada embestida del toro otras virtudes, como la nobleza y el fondo. El Juli, a partir del ecuador, bajó la mano lo indecible en muletazos soberbios de mano baja por ambos pitones. Hubo naturales larguísimos, entre tanto el toro humillaba tras la tela encarnada. Continuó con un circular invertido ligado al toreo en redondo. Sin ayuda, continuó toreando con poder sublime. Se emborrachó de toreo hasta el punto de escuchar un aviso antes de entrar a matar; con el público vibrando y las palmas echando humo. Mató de estocada trasera y defectuosa. Los tendidos de Vista Alegre se convirtieron en un volcán con lava blanca que solicitaba las dos orejas; pero el presidente, en contra del sentir de once mil almas, únicamente concedió un trofeo. La bronca fue de órdago para el palco. El diestro dio un par de vueltas al ruedo clamorosas con el trofeo concedido.

Con el segundo, un ejemplar con trapío, movilidad y sin franqueza, El Juli apostó fuerte en los medios, con varios muletazos por la espalda para cerrar con un pase del desprecio. Faena de mando por ambos pitones hasta meterse en el terreno del toro. Mató de estocada y fue premiado con un merecido apéndice.

Ponce consiguió un trofeo del buen primero, un cinqueño que embistió con nobleza y calidad en una faena marcada por la estética y el temple. Con la figura relajada, brilló especialmente con la diestra, toreando con suavidad y con algunos muletazos al ralentí. Con la izquierda también bordó el toreo en una serie de naturales bellísimos que cerró con un molinete, un farol y un pase de pecho interminable. Como epílogo, muletazos genuflexos marca de la casa. Mató al primer envite y ganó una merecida oreja.

Ponce se la jugó con el reservón cuarto, aceptablemente presentado. El valenciano porfió en una labor de entrega que agradeció el público con una ovación.

Perera no tuvo opciones, pero cumplió. Ante el noble tercero, de escaso trapío y sin apenas motor, la labor careció de emoción. El sexto tampoco se empleó y el extremeño apostó fuerte en una faena que inició de rodillas en los medios con la diestra y cerró con un arrimón.

En esta ocasión, la tarde de expectación con tres figuras del toreo no decepcionó porque hubo toreo de gran estética con Ponce y, fundamentalmente, una faena cumbre y poderosa de El Juli.