El ecijano Miguel Ángel Delgado, único ovacionado en Madrid
CORRIDA DE TOROS EN LA MONUMENTAL DE LAS VENTAS Ganadería: Se lidiaron seis toros pertenecientes a la ganadería de Hermanos Fraile Mazas, bien presentados y, aunque nobles, de escaso juego, a excepción del buen primero. El cuarto se movió, pero sin terminar de humillar. El quinto fue un sobrero de Pallarés, al ser devuelto el segundo y correrse turno, grandón y muy ofensivo, aunque defendiéndose con mal estilo por su escasa fortaleza. TOREROS: Fabián Barba, que confirmaba alternativa: estocada saliendo volteado (silencio); y bajonazo (división al saludar). Manuel Jesús Pérez Mota. Pinchazo, otro hondo y tres descabellos (silencio tras aviso); y estocada que hace guardia y estocada (silencio). Miguel Ángel Delgado, estocada desprendida (ovación); y metisaca y casi entera atravesada (silencio). INCIDENCIAS: Plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid. Domingo 27 de septiembre de 2015. Registró casi un tercio de entrada en tarde espléndida.
Una tarde de lo más aburrida despidió el mes de los encastes minoritarios de Las Ventas, en la que tanto Pérez Mota como Miguel Ángel Delgado no pudieron pasar de los detalles sueltos, y en la que hubo también un buen toro, el primero, sin aprovechar por el confirmante mexicano Fabián Barba.
La tarde que puso fin al mes del denominado ciclo de los encastes minoritarios en Las Ventas no pasará a la historia, ni por el juego de los atanasios de Hermanos Fraile Mazas, de los que sólo sobresalió el que abrió plaza, ni por la destreza de los toreros, a pesar de algunos pasajes aislados a cargo tanto de Pérez Mota como de Miguel Ángel Delgado.
Fabián Barba confirmó la alternativa con un toro escaso de fortaleza, medido también de raza, berreón, pero que respondió en la muleta siempre y cuando el torero acertaba a dejarle puesto el engaño. Ahí precisamente falló el mexicano, con notables intermitencias, falto de mando y confianza para aprovechar las quince o veinte francas embestidas del atanasio.
El cuarto se movió pero sin llegar descolgar, es decir, con la cara natural, a media altura. La faena de Barba, demasiado plana y mecánica, de nuevo careció de historia.
El primero de Pérez Mota evidenció pocas fuerzas de salida, no obstante, apuntó calidad en la muleta. La faena, cimentada en el temple, tuvo fases de mucha finura, lo que unido también al ajuste y la reunión en muy poco espacio entre toro y torero, despertó notable interés en el tendido. Lástima que el condicionante del poco empuje por parte del animal impidiera que aquello llegara a tomar altura.
El sobrero de Pallarés que salió en quinto lugar al haberse corrido turno, lucía dos pitones descomunales, por grandes y astifinos. Pero todo lo que tuvo de presencia le faltó en esencia, sin fuerza alguna y en actitud defensiva, imposible para robarle dos muletazos seguidos. Pérez Mota anduvo decoroso pero sin poder lucir, y, al igual que en su primero, manejó con desacierto los aceros.
Miguel Ángel Delgado sorteó en primer un lugar un toro de informales y descompuestas embestidas, aunque la virtud de la movilidad hizo que transmitiera a los tendidos. Le costó al sevillano cogerle el aire, aunque, al final, acabaría acoplándose sobre todo al natural, por donde extrajo un par de series más que interesantes dentro de una faena lo que se dice voluntariosa.
El sexto tampoco aportó gran cosa. Se movió, sí, pero nunca se entregó, navegando entre la sosería y la falta de clase, hasta que se agotó definitivamente. Delgado estuvo otra vez afanoso, jugándose el tipo en la apertura de faena, pero el grueso de la misma apenas tuvo consistencia a pesar de las ganas que puso el de Écija, que acabó metiéndose entre los pitones.
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