Capitanes intrépidos...

CONTRACRÓNICA

La entrega de la terna y el recuerdo de Alfonso Ordóñez marcaron el inicio del ciclo continuado en un festejo que implicaba el regreso de los toros de Fuente Ymbro

Muere Alfonso Ordóñez, patriarca de la saga y maestro de plata

Morante había venido a torear...

Calerito se descara con uno de sus toros en una tarde en la que resultó seriamente lesionado.
Calerito se descara con uno de sus toros en una tarde en la que resultó seriamente lesionado. / Juan Carlos Muñoz

MI entras velaban a Alfonso Ordóñez en la SE-30 seguía la fiesta. La función siempre debe continuar pero el minuto de silencio que recordó la memoria del gran banderillero sevillano -hijo menor del Niño de la Palma, hermano de un coloso como Antonio Ordóñez- tuvo un matiz especial para todos los que queríamos al torero, pero sobre todo a esa excelente persona de fe inquebrantable, memoria prodigiosa y catálogo inagotable de anécdotas de la vida y el toreo que retrataban un tiempo que se fue plagado de tipos extraordinarios en un mundo que, definitivamente, ya no es el nuestro.

Alfonso presenció en primera persona aquel verano peligroso que comenzó como maniobra publicitaria de los Dominguín -Antonio había sido vuelto a apoderar en 1959 por la poderosa casa empresarial de su suegro- y acabó convirtiéndose en duelo directo y real de dos cuñados imponentes -eran dos gallos poderosos en el mismo corral- que llegaría a ser inmortalizado periodísticamente por Ernest Hemingway. Iba a ser, a la postre, su despedida de España y los españoles antes de volarse la cabeza con una escopeta del 12 en su casa de Idaho en el confín de un infierno de alcohol y delirios. El toreo da pie para recordar estas viejas historias...

Un viejo banderillero era despedido entre el cariño de los suyos y tres jóvenes toreros en trance de relanzar sus respectivas carreras daban un paso al frente con una corrida que implicaba el regreso a la Maestranza de la ganadería de Fuente Ymbro -los fogosos jandillas de Ricardo Gallardo- con una cuenta de resultados llena de desigualdades. La entrega indeclinable de la terna iba a presidir este festejo que, una vez más, no se libró de ese larguísimo metraje que unido al retraso de media hora para paliar el calor veraniego de estas últimas tardes de abril acabó metiendo su final en noche cerrada. Pero Paco Lama, Calerito y Samuel Navalón habían venido a aprovechar la oportunidad fuera cual fuera el signo de las reses que saltaron por los chiqueros.

Esa sincera entrega iba a ser el argumento principal de una tarde que repartió su rentabilidad entre unos y otros. La oreja contante y sonante que se llevó Lama de Góngora para Sanlúcar la Mayor era un bálsamo en este tiempo de pan llevar. El diestro sevillano lleva tiempo luchando por relanzar su carrera después de encontrarse como hombre y como torero en un viaje iniciático al corazón más remoto de la América taurina. La confirmación de alternativa es una de las metas inmediatas del torero del Arenal que se ayer se puso muy de verdad con un primero lleno de brusquedades y estuvo a punto de ser desbordado por la exigencia de un cuarto que iba a ser otro otro toro tras el desarme. Pero Lama mantuvo el nivel y la contundencia de la espada. Sigue contando en la lucha...

Calerito iba a llevarse la peor parte, lesionado por un quinto que ya le había echado mano a las primeras de cambio cuando iniciaba su faena dispuesto a demostrar que su situación profesional no tiene nada que ver con sus auténticas posibilidades. El matador de Aznalcóllar merece ser anunciado de nuevo en Sevilla, en muchas plazas. El farragoso parte médico no era capaz de definir esa demostración de verdadera vergüenza torera que le sostuvo en pie para dar muerte a su enemigo. Bravo, matador.

Nuevo en esta plaza como diestro de alternativa, Samuel Navalón no iba a dejarse nada en la talega hasta el punto de pasarse un punto de rosca. El valenciano forma parte de la ultimísima hornada de matadores en el extremo de un escalafóm avejentado y mantenido artificalmente con vida por ese cacareado sistema que no premia el talento. Con Paco Lama y Calerito dio la barba en una tarde con otras emociones.

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