La leyenda del maestro Manzanares y el toro 'Andadoso' en Las Palomas

El diestro cuajó la tarde del 25 de junio de 2005 una de las faenas más importantes de toda su carrera a un Núñez del Cuvillo La afición de Algeciras aún la rememora casi diez años después

Manzanares da la vuelta al ruedo con las dos orejas de 'Andadoso' aquel 25 de junio de 2005.
Manzanares da la vuelta al ruedo con las dos orejas de 'Andadoso' aquel 25 de junio de 2005.
José Manuel Laza Algeciras

29 de octubre 2014 - 01:00

"Con la muleta en la izquierda y los pies clavaos en el suelo y al torero de Alicante hay que tirarle el sombrero, ole tu mare, ole tu mare, que despacito torea José María Manzanares". Así le cantaba el Turronero con su voz rota y quebrada al maestro José María Manzanares en una bulería.

Una letra que define de manera perfecta la faena que se vivió la tarde del 25 de junio de 2005 en Las Palomas. Ese día Manzanares tocó el cielo y rozó la perfección con la faena al toro Andadoso, número 153 con el hierro de Núñez del Cuvillo.

El público enloqueció con aquella faena. Y la prueba es que casi diez años después se sigue recordando la gran obra del torero alicantino.

La estética y la belleza se fundieron en la muleta de Manzanares. Madurez, sabor, solera, inspiración, el olvidarse del cuerpo, como decía Belmonte, se unieron en la que sin duda fue una de las mejores faenas de la carrera del maestro alicantino.

Los aficionados rugían en cada uno de los muletazos y sobre todo en una serie al natural. La izquierda de Manzanares, arrastrando con suavidad la muleta por el albero. El sentido y la sensibilidad de una serie con la mano izquierda provocaron unos olés rotundos en Las Palomas. Pasión desatada en los tendidos, gritos de torero, torero y algún que otro sombrero en el albero, señal de pleitesía al genio tras su obra. Y en el callejón sus compañeros de terna: Morante y Salvador Vega, testigos de excepción, también disfrutaban de algo único y excepcional.

Toreó para él y para su alma de torero grande. Maestro de maestros. Ese día sí cuajó una lección magistral. Como solo lo pueden hacer los elegidos, los que están tocados por la varita de Dios.

Rozó la perfección, aunque como el maestro me decía días más tarde en una entrevista en Radio Algeciras, "siempre hay cosas que corregir". Otra lección de humildad.

Esa tarde José María Manzanares consiguió la inmortalidad junto a Andadoso. Una faena que se recuerda en una cerámica en el patio de caballos de la plaza y en la memoria de los muchos aficionados y partidarios del maestro de Alicante.

La palabra arte perdió ayer una de sus letras. Siempre quedará en la memoria la leyenda de Manzanares y Andadoso, una historia llena de sentimiento, clase y maestría y elevada a la categoría de arte.

Esa faena vivirá para siempre en la memoria de los aficionados. Y es que su obra de Algeciras vivirá toda la eternidad.

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