Promoción de La Fiesta

Las novilladas: peligro de extinción

  • Desde 2007 a 2018 los festejos menores han descendido más de la mitad

  • Debido a sus elevados costes -unos 45.000 euros– son difíciles de defender económicamente

Ángel Jiménez -hoy matador de toros-, en una novillada en la plaza de Sevilla, entrando a matar sin muleta.

Ángel Jiménez -hoy matador de toros-, en una novillada en la plaza de Sevilla, entrando a matar sin muleta. / Juan Carlos Muñoz

La última crisis económica incidió, como en el resto de sectores, en una notable disminución de espectáculos taurinos. Tras unas temporadas muy duras en este sentido, las corridas de toros comienzan a tener buena salud y las principales ferias, entre ellas las de Sevilla y Madrid, arrojan buenos balances en taquilla. Pero otra cosa muy distinta está sucediendo con las novilladas, donde se forjan los futuros matadores de toros. 

La última crisis económica incidió, como en el resto de sectores, en una notable disminución de espectáculos taurinos. Tras unas temporadas muy duras en este sentido, las corridas de toros comienzan a tener buena salud y las principales ferias, entre ellas las de Sevilla y Madrid, arrojan buenos balances en taquilla. Pero otra cosa muy distinta está sucediendo con las novilladas, donde se forjan los futuros matadores de toros. Como las novilladas son deficitarias, el sector ha decidido mirar para otro lado. Según Jesús Hijosa, presidente del Foro de promoción, defensa y debate de las ferias de novilladas, desde la temporada 2007, en la que se celebraron 624, hasta 2018, año en que se organizaron 217, la caída de este tipo de espectáculos ha sido de 407 novilladas picadas menos. En cuanto a novilladas sin picadores el descenso es parecido:en 2007 se celebraron 572 y en 2018 267, lo que supone un descenso de 305 festejos menos. En ambos casos, los festejos menores han descendido más de la mitad.

La voz de alarma viene paradójicamente desde fuera del sector, en concreto del Foro de promoción, defensa y debate de las ferias de novilladas, galardonado recientemente con el Premio Nacional de Tauromaquia por el Ministerio de Cultura y que agrupa a 21 municipios que anualmente apuestan por la promoción de la Fiesta. El citado presidente, alcalde de Villaseca de la Sagra (Toledo) en los últimos 23 años, no habla al albur, ya que organiza el ciclo Alfarero de Oro, que cuenta con cinco novilladas picadas, y el Alfarero de Plata para novilleros sin picadores. En Villaseca han actuado en sus comienzos varios diestros que hoy en día son figuras, entre ellos Roca Rey, el de mayor tirón taquillero del momento.

El citado edil, como el de otros municipios, apuesta por la Fiesta de manera desinteresada, entendiendo que los espectáculos taurinos son parte del patrimonio cultural y de festejos y ocio de sus vecinos. Paradójicamente, los organizadores profesionales, los empresarios taurinos, no han aportado ideas para reflotar la situación y la mayoría de ellos están recortando las novilladas en las grandes ferias. 

Hijosa, que no es un organizador profesional en busca de lucro, apunta que nadie quiere organizar novilladas en cosos pequeños porque supone una ruina y, como ejemplo, ha señalado que en su localidad –no alcanza los 2.000 habitantes–, los costes de una novillada alcanzan los 45.000 euros. Con lleno en los tendidos, 2.000 personas, pagando 15 euros cada localidad, los ingresos son de 30.000 euros por lo que hay un déficit de 15.000 euros. En su caso, lo puede enjugar con la retransmisión de los festejos por la televisión de Castilla-La Mancha. Pero en la mayoría de las ocasiones, las pérdidas son inevitables por lo que numerosos ayuntamientos han decidido no dar ni un euro para los toros; cosa que no hacen con otro tipo de espectáculos, lo que por otra parte y es lamentable supone una descarada discriminación.

Si el sector no entra en liza y negocia para que la Administración trate adecuadamente a estos festejos menores como promoción, sin  la estructura económica y gravámenes de una corrida de toros, ajustando los impuestos de Seguridad Social y otros, es evidente que el goteo en el descenso de novilladas continuará con la amenaza a los incipientes toreros. Dentro de la disminución de costes también hay quien reclama que en estos espectáculos menores se reduzca el número de subalternos –picadores y banderilleros–, a lo que no están dispuestos los mismos y que se reduzca personal, operarios, etcétera. 

Más allá de lo económico, el descenso de novilladas incide de una manera directa en las jóvenes promesas, como hemos denunciado en varias ocasiones. Sucede que en el siglo pasado el novillero contaba con un circuito amplio de plazas de tercera donde se forjaba suficientemente como para afrontar con garantías su debut en plazas de primera. Hoy en día, el sistema es perverso. La mayoría de ellos se estrenan en las plazas de máxima categoría sin apenas haber toreado antes –algunos lo hacen con un par de novilladas como rodaje–, lo que supone que si no triunfan ese día, pueden quedarse parados. 

Sin ser pesimistas, lo que está claro es que el problema ha tocado fondo y que debe ser el sector quien lo afronte y de soluciones cuanto antes. De momento, las novilladas, como si fuera una especie amenazada, se acercan al peligro de extinción, con lo que ello supone para el futuro de la Fiesta. 

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