El novillero Colombo, primera puerta grande de la Feria del Toro
La Feria del Toro 2017 se abrió con una novillada de El Parralejo para Javier Marín, Jesús Enrique Colombo y Antonio Catalán Toñete. Un encierro desigualmente presentado y con el denominador común de la nobleza y la falta de pujanza.
Jesús Enrique Colombo, el más puesto de la terna, fue premiado con dos orejas del quinto novillo, un animal noble y a menos, con el que el venezolano anduvo variado con el capote, brillando a la verónica. Desigual en banderillas, realizó una faena que comenzó con una buena serie de rodillas. Una obra con cierto poso, con algunos muletazos con calidad. Fue cogido sin mayores consecuencias y volvió a la cara con agallas para concretar unas bernadinas cambiando el viaje del novillo, que fueron de infarto. Una buena estocada fue el pasaporte para la primera puerta grande -bastante ancha- de esta Feria del Toro.
Colombo no tuvo opción alguna con el segundo, que llegó muerto a la muleta, echándose y siendo apuntillado, tras la nefasta imagen del banderillero gruista intentado levantar al animal tirando del rabo. Colombo únicamente pudo lucirse en un gran tercio de banderillas, prendiendo los palos con seguridad y facultades.
Javier Marín, quien tomará la alternativa el próximo 29 de julio en Tudela de manos de Juan Bautista, está todavía verde. Muy arropado por sus paisanos, cortó una oreja a su primer novillo, un animal noble, pero sin clase. El diestro, con actitud, recibió al animal con dos faroles de rodillas. Luego, en series cortas, agradó al personal en una labor que no pasó de correcta y que inició de hinojos y cerró con unas manoletinas. Una estocada corta fue decisiva para un premio generoso.
Con el colorao cuarto, sin entrega, flojo y noblón, Javier Marín concretó una labor voluntariosa que inició con un muletazo por la espalda y cerró con unas bernadinas sin ayuda. Dio un mitin con los aceros.
El madrileño Antonio Catalán Toñete, que apunta buenas maneras, se fajó poco con su lote, el mejor del desigual encierro de El Parralejo. Con el buen tercero, noble, aunque flojo, Toñete concretó una labor pulcra, pero muy desceñida; de ahí que no llegara a calar en el público lo que hizo. Anduvo mal con la espada.
Con el sexto, otro novillo con calidad, Toñete realizó una faena bien estructurada, consiguiendo los mejores pasajes al natural, con alguno de ellos despacioso. De nuevo, le faltó más ajuste en las suertes y también volvió a fallar con la espada -se deja el brazo atrás-.
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