Una tarde con la que hacer historia en Santa Olalla
Se cumplen hoy cien años de la inauguración de su plaza de toros · Oliva Soto, Esaú Fernández y Diego Silveti, el cartel de toreros que lidiarán un encierro de Martín Lorca
Hoy no debe ser una corrida de toros normal en Santa Olalla. No debe de serlo por mucho, porque por mucho que ganadero y toreros sean lo más elemental de cualquier tarde de toros, esta tarde la principal protagonista cumple sus primeros cien años de vida desde aquel 25 de agosto de 1912 en el que, según relatan las crónicas de un pequeño diario de la época, de tirada en Aracena y llamado El Distrito, "transcurrieron los días de las fiestas en medio de la mayor animación. El día 25 se inauguró la nueva plaza de toros, lidiándose cuatro novillos de los señores Ordóñez y Rincón, resultando dos de ellos bravos y de poder, uno bueno y otro flojo. Blanquito y Redondo, encargados de despacharlos, estuvieron desgraciadísimos, en particular Redondo, que resultó contusionado. Picando no se distinguió nadie; se arrastraron cuatro caballos. Bregando en banderillas, Barberillo y Olivarito. La entrada fue un lleno completo."
Son parte de los apuntes que me arriman a esta lidia, uno de los hombres que le ponen cara a la actualidad de esta plaza y que no es otro que Gregorio Álvarez, el actual propietario de este centenario coso, al que un día terminó incluyendo en la agenda de este cronista de toros por toda esa pasión con la que me hablaba de Santa Olalla, un profesor encargado de tirar para adelante con la tarea de Aula Taurina y otros menesteres como empresario como Morilla y José Murube en la plaza de Aracena.
Es incuestionable que sobre las tardes de toros que concurrieron en este ruedo, muchas de ellas tuvieron como escenario una plaza blanca y encalada en sus más intimas troneras, esas que detrás de cada burladero daban acceso a los tendidos de una plaza que por esos años tenían en el matador de toros extremeño Antonio Ferrera a uno de sus principales ídolos.
Años triunfales del citado torero que conformaba, un año si y otro también, el referente de una tarde de toros donde Ferrera indultaba la tarde del 25 de agosto del año 2000 a Productor, un toro de la ganadería de Carmen y Araceli Pérez que fue notable en su bravura.
Tardes donde la batuta empresarial del taurino sevillano Víctor Pérez se vino a desarrollar durante un buen manojo de años en los que los toros de la divisa familiar de las citadas Carmen y Araceli fueron componentes insustituibles en los carteles.
Época empresarial donde llegó también una fecha significativa para la actualidad de esa plaza donde lo recio de esa pizarra y granito que conforma su exterior se vino a conjugar con la imagen de modernidad que le adicionó en el año 1999 la implantación de un callejón.
Es ahora, sin embargo, en estas últimas temporadas, desde la gestión empresarial de un hombre onubense, Jorge Buendía, cuando la plaza asienta un buen manojo de carteles importantes en los que los nombres de las figuras terminaron por concretar carteles de interés y éxito.
Pero si hay que hablar de una cosa que distingue a esta plaza durante su recorrido por estos cien años de vida, esa es, sin ningún género de dudas, su afición. Esa que cada año se va a los toros porque es su feria, es su plaza y es por encima de todo ese legado de historia donde Santa Olalla se presentó siempre como una de las plazas punteras de nuestra geografía, desde aquel año de gracia donde el ferrocarril llegó a Santa Olalla, no sólo para traer viajeros, sino una ingente más a de aficionados de toda la provincia para ver toros en esta plaza.
Hoy es un día importante, al margen del mayor o menor manojo de actos que se hayan podido o querido conformar alrededor de este centenario. Hoy es un día importante porque desde esos gallardetes que ondean al viento desde las viejas piedras del edificio, después de cien años, aún sigue habiendo toros en una de las plazas de más sabor taurino en ésta vieja onuba.
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