Cita con Morfeo entre escualos

Acuario de Sevilla fomenta el respeto por estos peces en la actividad 'Noche con tiburones', que se realiza el próximo viernes, día 20

1. Los sacos de dormir se despieglan frente al oceanario, donde los visitantes pasan la noche separados de los tiburones por una mampara. 2. Las boas son, según los técnicos del acuario, los animales con mayor actividad nocturna.
1. Los sacos de dormir se despieglan frente al oceanario, donde los visitantes pasan la noche separados de los tiburones por una mampara. 2. Las boas son, según los técnicos del acuario, los animales con mayor actividad nocturna.
Dulce Rivero

14 de febrero 2015 - 01:00

Bart y Milhouse, personajes de la popular serie animada Los Simpsons, realizan la fantasía de muchos en uno de los capítulos: ser los únicos moradores durante una noche de un centro comercial cerrado. Una experiencia similar, aunque más educativa y en compañía de varios escualos, es la Noche con tiburones,que viene realizando Acuario de Sevilla desde diciembre y que propone de nuevo para el próximo viernes 20 de febrero. En ella se hace un recorrido guiado a través de los tanques sin público y, como colofón, se duerme junto a estos peces, entre otras actividades.

La luz artificial alumbra el Muelle de las Delicias, mientras los pasillos del Acuario de Sevilla se quedan vacíos. Manolo y Belén esperan ansiosos junto a su madre y el resto de visitantes a que Elena Baeza, del Departamento de Educación, comience la incursión. Pablo, hermano menor de los pequeños, es el más revoltoso. "¡He venido a ver los tiburones gigantes!", dice en alusión a los tiburones toro. Antes, el grupo deja su equipaje y se reúne para desarrollar unas dinámicas, previas a la actividad. "Son útiles para que la gente se suelte y se conozca", aclara Claudia Ferraro, responsable de Atención al Cliente, ya que, en muchos casos, la Noche con tiburones se pasa entre desconocidos.

"Vamos a imaginar que hacemos el viaje de Magallanes y Elcano en la que fue la primera vuelta al mundo", empieza Elena Baeza, seguida de cerca por un pelotón de curiosas criaturas. La pequeña Berta es la primera en demostrar que, a su corta edad, sabe que es el río Guadalquivir el que está junto al acuario y del que partieron aquellos valientes navegantes. Se descubre entonces a los esturiones, de apariencia parecida a los tiburones. Una especie relegada a la producción de caviar. Éste es el primer toque de atención. A lo largo de la visita queda patente el respeto por la naturaleza y, en especial, por los ecosistemas marinos que los técnicos de Acuario de Sevilla pretenden inculcar a los visitantes.

La peripecia continúa por el Atlántico a través de tanques que representan a parte de sus aguas. Uno de ellos deja especialmente perplejos a los más pequeños, que descubren que también hay parásitos en el mar, crustáceos que se agarran a los peces y viven de chuparles la sangre. "¿Esos piojos hacen daño?", es la pregunta que más se repite antes de llegar al espacio Toca toca, donde encontrar a los peces planos se convierte en la principal hazaña.

En la pecera anterior al Tanque Navidad, llamado así porque los crustáceos que alberga son los que habitualmente se consumen en esas fechas, se contemplan corales y anémonas de colores y se hace una mención especial a la pesca de arrastre, cuya práctica ilegal deteriora trágicamente los fondos marinos. El discurso de educación medioambiental prevalece frente al terrario de la contaminación. Pablo frunce entonces el ceño ante la revelación de que las bolsas de plástico se convierten en comida para los peces cuando se van desintegrando y son los humanos quienes se alimentan después de esos pescados y, por tanto, de plástico. La reflexión lo deja abatido hasta que la explosión de color de las peceras de las zonas tropicales le devuelve la sonrisa. La piraña y sus colores anaranjado y dorado se convierte en su especie favorita, antes de ver a los caimanes en los terrarios de la jungla o a las estrellas de la visita en el oceanario, las dos tiburones toro -Joana y Margarita- y los tiburones tigre y pintarroja, y los tiburones de puntas negras o blancas, estos últimos ya casi al final del itinerario junto a las tortugas bobas. Otro de los espacios que dispara la imaginación de niños y adultos es la exposición de mandíbulas de tiburón que acoge el acuario, gracias a la cesión de Álvaro Rosano, donde hay un diente de la extinta especie de escualo, el megalodón.

Tras un picnic para retomar fuerzas se organiza una gymkhana, en la que un ejemplar de tiburón de puntas negras es el protagonista. Miguel Gamero, del Departamento de Educación, dirige el juego en el que dos equipos tienen que completar al escualo al que le faltan sus cuatro aletas, descifrando las pistas que están repartidas por el acuario. Es el momento de concienciar sobre la fama de peligrosos que tienen los tiburones y sobre una de las principales amenazas de esta especie, la práctica del finning, que consiste en el cercenamiento de las aletas de estos peces con fines alimenticios. "El humano no forma parte de su dieta. Si ataca es por defenderse o porque confunda a la persona con una foca u otro animal, algo que ocurre a veces con los surfistas que visten neopreno", asegura Gamero. Como dato, se estima que 10 personas mueren al año en el mundo por ataques de tiburón, mientras son 100 millones los ejemplares de esta especie que desaparecen por la citada práctica ilegal, según cita este técnico.

El equipo verde se alza campeón y toca volver al punto de partida. En la sala donde se dejó el equipaje, se desarrolla una sesión relajante previa a desplegar los sacos junto al oceanario. Allí, Joana y Margarita nadan plácidamente ante la atenta mirada del grupo bajo la artificial luz de luna, que intenta reproducir con fidelidad el exterior para evitar el estrés de los animales. Este momento es el clímax de la actividad, pues se pretende crear un vínculo entre el visitante y esta especie, "que la aleje del esteriotipo de peligrosa y enemiga de los humanos", explica Gamero.

A la una se apagan las luces y durante la noche el visitante comprueba que los animales que más actividad nocturna tienen son las boas y, por la mañana, conoce cómo se pone en funcionamiento la entidad. Tras el desayuno, el grupo vuelve a casa. Desde Acuario de Sevilla esperan que con una imagen diferente de los tiburones en el pensamiento, alejada de la versión terrorífica de Steven Spielberg.

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