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La celebración del Toro Nagashi, herencia de la cultura japonesa en Coria del Río

En esta celebración, farolillos iluminados inundan las aguas corianas dejándonos una estampa de película

En esta celebración, farolillos iluminados inundan las aguas corianas dejándonos una estampa de película / Facebook

Como una muestra más de la estrecha relación del municipio coriano con la espiritualidad y tradición nipona, la celebración del Toro Nagashi adorna las aguas cercanas al mismo desde 2017, en bello homenaje a los fallecidos, simbolizando la partida de sus espíritus con farolillos iluminados que flotan hacia el Yashiro en Orilla, monumento conocido como templo de las almas, erigido en el parque Carlos de Mesa en este mismo año con motivo de los lazos entre Coria y Japón.

Cinco años después, con un desafortunado paréntesis provocado por la pandemia de Coronavirus de por medio, el Toro Nagashi vuelve por todo lo alto a esta localidad hispalense tras una última edición en 2019 que congregó a la friolera de 3.000 personas en el sector coriano de las orillas del Guadalquivir y con la esperanza de superar incluso tan célebre marca.

Ahora bien, el origen de este rito se remonta a hechos históricos de hace décadas, lejos de la provincia de Sevilla, con una naturaleza tan trágica como emocionante. 

¿De dónde viene el Toro Nagashi?

La celebración del Toro Nagashi, cuyo significado en español, literalmente traducido, es "linternas que fluyen", tiene lugar en la última noche del festival O-bon, que se extiende entre el 13 y el 16 de agosto (o julio, depende de la ocasión) de cada año en homenaje a los antepasados fallecidos, si bien las fechas exactas en las que se organiza pueden variar con motivo de determinados eventos, como fueron el bombardeo de Hiroshima, el accidente del vuelo 123 de Japan Airlines o el final de la Segunda Guerra Mundial, en Hawái.

Como mencionamos previamente, las linternas de papel que se lanzan al agua simbolizan las almas de los fallecidos del año anterior. El agua, por otra parte, simboliza para la tradición japonesa el origen del ser humano, por lo que depositar estas linternas en un cuerpo acuático, que según el folclore nipón suele ser el mar, significa el reencuentro de los cuerpos de los fallecidos con aquello que les dio vida en primer lugar, y el descanso de sus almas, en comunión una última vez con la naturaleza.

El primer Toro Nagashi data del 16 de agosto de 1949, fecha en la cual la población japonesa llevó a cabo este rito en conmemoración de los espíritus que partieron en la guerra, víctimas de algunos de los horrores más profundos que ha experimentado la humanidad en su historia, incluyendo el bombardeo nuclear por parte de los Estados Unidos de Hiroshima y Nagasaki.

En definitiva, la vuelta de este evento sin duda traerá todo tipo de emociones a quienes tengan la oportunidad de experimentarlo, más aún a aquellos corianos descendientes de japoneses que sienten una conexión espiritual especialmente intensa con el país del Sol Naciente, además de constituir un homenaje más a los eventos históricos que dejaron secuelas imborrables en el imaginario colectivo, como recuerdo perenne de cómo el odio y el espíritu belicista pueden hacer que unos pocos hombres destrocen siglos de progresos y cultura.

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