Los orígenes de la Puerta de la Macarena, una de las tres que se conservan en Sevilla

La puerta de la Macarena es uno de los accesos que se conservan de la Sevilla amurallada

Tacos a un euro junto a las Setas de la Encarnación en este mexicano de Sevilla

El Arco de la Macarena con la basílica y la Plaza de la Esperanza Macarena.
El Arco de la Macarena con la basílica y la Plaza de la Esperanza Macarena. / Antonio Pizarro

En el barrio de la Macarena, como continuación de la antigua muralla que rodeaba Sevilla y junto a la Basílica que lleva el mismo nombre del barrio, se encuentra una de las puertas más conocidas y llamativas de la ciudad, no solo por sus dimensiones y su aspecto grandioso sino porque representa uno de los mayores iconos de la Sevilla del pasado y tiene un papel protagonista durante la Semana Santa, cuando la hermandad de la Macarena baila sus pasos bajo la escultura.

La Puerta de la Macarena, también conocida como el Arco de la Macarena y cuyo nombre proviene del árabe Bab–al-Makrin) es una de las tres puertas que se conservan en la hispalense de acceso a la ciudad. Las otras dos son el Postigo del Aceite y la Puerta de Córdoba. Está ubicada en la calle Resolana, dentro del barrio de San Gil, que pertenece al distrito Casco Antiguo de la ciudad. Frente a ella se sitúa la basílica que alberga la imagen de la Virgen de la Esperanza Macarena, una de las más características y famosas de la Semana Santa en Sevilla y, como se ha mencionado anteriormente, muy vinculada a dicha puerta.

El de la Macarena es el arco que daba entrada a la zona amurallada de la ciudad por su parte norte y es, de todo el conjunto, la de mayor tamaño. Se conecta a la Puerta de Córdoba a través de un muro en el que se conservan siete torreones.

Los orígenes del Arco de la Macarena

Aunque el recinto amurallado de la ciudad fue construido en época de Julio César, durante la expansión del Imperio Romano, el arco de la Macarena correspondería a la ampliación realizada por el sultán Ali ibn Yusuf en el siglo XII. Esta sería la entrada por la que pasarían los reyes y reinas que visitaban por primera vez la ciudad. Cuando eso sucedía, ante sus muros se levantaba un altar en el que realizaban su pleito homenaje, tras lo cual les eran entregadas las llaves de la ciudad. Así lo hicieron Alfonso XI de Castilla (1327), Isabel I de Castilla (1477), Fernando II de Aragón (1508), Carlos I de España y su prometida Isabel de Portugal (1526), y, por último, Felipe IV (1624).

Al igual que sucedió con el Postigo del Aceite, la Puerta de la Macarena también tuvo una gran importancia mercantil, concretamente del vino y del pan. Esta vería su relevancia en aumento durante la Edad Moderna, cuando se construyó el Hospital de las Cinco Llagas que en la actualidad es la sede del Parlamento en Andalucía.

La remodelación del siglo XVIII

El aspecto que a día de hoy se le ve a la puerta es fruto, en realidad, de una remodelación que se llevó a cabo en el siglo XVIII, concretamente entre 1723 y 1795. Con esta restauración eliminarían los elementos arquitectónicos que recordaban al arte islámico y los sustituirían por otros de estilo clasicista en consonancia con la realidad que estaba viviendo Sevilla en aquel momento, donde se había instaurado el cristianismo.

En los años 60 se efectuó una rehabilitación de las murallas, pero en diciembre de 1984 se iniciaron las obras de rehabilitación integral de las murallas de la Macarena hasta 1988,

En el año 1985 los restos del recinto amurallado de la ciudad, entre los que se incluye esta puerta, fueron declarados Bien de Interés Cultural, lo que demuestra la importancia de este monumento para la historia de la ciudad de Sevilla.

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