La magia del ábaco llega a Sevilla
Dos emprendedores locales implantan el programa de desarrollo mental Aloha Mental Arithmetic, de origen asiático
"Aloha suena a hawaiano. Puede ser un baile o un bar de copas", cuenta Fernando Moreno. Este sevillano, psicólogo de formación, es uno de los dos coordinadores de Aloha Mental Arithmetic en Sevilla. Detrás de ese llamativo nombre está el acrónimo de ábacus learning of higher arithmetic, cuya traducción aproximada es aprendizaje de aritmética compleja a través del ábaco. Este sistema, que nació en Malasia en 1993, llegó hace más de un año a Sevilla de la mano de Moreno, encargado de la zona este de la provincia, y su homólogo en el oeste, Juan Ignacio González.
"Aloha es un programa de desarrollo mental para niños de entre 5 y 13 años que propone trabajar con los pequeños en edades en las que neurológicamente podemos conseguir estimulaciones tempranas", cuenta Moreno, que ha vivido dos décadas fuera de Sevilla por motivos de trabajo. Sus hijos, aprendieron con Aloha mientras vivían en Barcelona, por lo que este psicólogo conocía bien el sistema cuando decidió volver a su ciudad natal para comenzar este nuevo proyecto. Juan Ignacio González, por su parte, retornó a Sevilla desde Madrid para convertirse en el responsable del programa en la zona oeste: "Mi sobrina era alumna en Jaén y conozco sus avances, por lo que vi una oportunidad de trabajo en la implantación de Aloha en la ciudad donde nací".
El método se basa en el uso del ábaco, una herramienta que no se prodiga mucho en los sistemas educativos occidentales, al contrario que en Japón y en el sudeste asiático, de donde procede Aloha. "En el conocido informe PISA, países como Malasia, Indonesia o China tienen muy buenos resultados en matemáticas, lugares donde todavía tiene gran relevancia el ábaco", apunta Fernando Moreno, que desgrana los beneficios de este instrumento milenario: "Permite que los niños trabajen con las manos, es decir, practiquen el conocimiento manipulativo. También les ayuda a realizar visualizaciones que les permiten entrenar el hemisferio derecho del cerebro".
Aunque Aloha se centra, sobre todo, en las matemáticas, los pequeños entrenan otras ocho capacidades que ellos llaman beneficios. Estas disciplinas son la creatividad, la imaginación, la orientación espacial, la capacidad de escucha, las habilidades analíticas, la memoria fotográfica, la capacidad de observación y la autoconfianza.
Es un método a dos velocidades, es decir, el sistema es distinto en función de la edad del alumno. Para los niños menores de ocho años puede prolongarse hasta cinco cursos, mientras que en los mayores el límite son cuatro, aunque las competencias adquiridas son las mismas cuando finalizan su aprendizaje. Junto con el uso del ábaco, Aloha pretende diferenciarse por el entorno divertido donde los pequeños dan las clases: "Tenemos un catálogo de hasta cien juegos didácticos, como un baile en el que se asocia un número a un movimiento y los niños tienen que seguir las indicaciones del profesor", señala Juan Ignacio González. Su compañero, Fernando Moreno, hace referencia al fomento de la competitividad sana y los retos como forma de motivar a los alumnos: "Así se sienten involucrados y hacen los ejercicios con menos errores. Mucha veces avanzan casi sin darse cuenta". En la mayoría de los casos, Aloha funciona como una actividad extraescolar con dos horas semanales. El precio oscila entre 50 y 60 euros mensuales, "similar a lo que cobran las academias de inglés", apunta Moreno.
Los encargados de impartir las clases de Aloha son los 13 profesores que tienen en plantilla y dos más que pertenecen a alguno de los centros donde está funcionando el método. Para poder formar parte de este grupo de docentes, la dirección internacional obliga a que los aspirantes sean maestros, psicólogos, psicopedagogos o licenciados con el máster de Adaptación Pedagógica. Luego, acuden a un curso a cargo de los coordinadores territoriales que los habilita para enseñar este novedoso sistema.
Después de un año, estos dos sevillanos cuentan con, aproximadamente, 200 alumnos en la provincia -en España son más de 15.000- en 18 enclaves entre centros públicos, concertados y privados y academias. "Estamos muy satisfechos de haber conseguido esto en un único curso. Sobre todo, teniendo en cuenta que partimos de cero", asegura González.
Aunque están presentes en la capital y varias localidades de la corona metropolitana, la intención de estos dos sevillanos es expandirse a otros puntos de la provincia el curso que viene. Para ello, continuarán realizando los talleres como los realizados en la Feria de la Ciencia, centrados en ejercicios de iniciación al ábaco. Precisamente estas actividades han sido, en parte, las responsables del éxito, ya que muchos padres han solicitado a los colegios de sus hijos que ofrezcan como actividad las clases de Aloha. Algo que hace a Fernando Moreno sentirse muy orgulloso: "Es gratificante que te feliciten por tu trabajo, pero tú sólo puedes devolver gratitud por el empeño que ponen".
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