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A la rueda del pelotón

La constancia, la deportividad y la filosofía del todo por el grupo reina en el ciclismo de carretera, una afición, en muchos casos de riesgo, que engancha

A la rueda del pelotón
Ana Fernández

24 de octubre 2010 - 01:00

Hoy es domingo, día de salida oficial para los cientos de aficionados al ciclismo de carretera y sus clubes. Dos horas antes de la quedada comienza el ritual: casco (obligatorio), maillot, culotes y botas con tacos adaptadas para el pedal automático. Tampoco conviene olvidar alguna barra energética. Una vez adecentada la bicicleta y llegado al punto de partida, comienzan los saludos y abrazos al resto del pelotón que parte en dirección, seguramente, al que consideran el "carril bici más grande del mundo", la Nacional 630, la carretera a Mérida. Sobre el sillín se mantendrán, mínimo, unas dos horas y media y retornarán con una velocidad media de 40 kilómetros la hora. La mayoría no son profesionales, pero se criaron con Indurain ganando Tours y Giros. La ilusión y el afán por la competición "sana" les lleva a anclarse a este deporte como a la propia vida.

En la década de los 80 se fundó en Coca de la Piñera el Club Ciclista Caracol. Hace unos diez años se fusionó con otros clubes que surgieron en Bormujos, pasando a esta localidad su sede y a alcanzar los 60 socios. Como todos los domingos, hoy se concentran en la puerta del Ayuntamiento y recorrerán unos 100 kilómetros, no sin trabas en el camino.

Javier Pardo es el tesorero del Club Ciclista Caracol y explica cómo hace 20 años, cuando comenzó a pedalear por carretera, "el tráfico era menor y, por tanto, había menos peligros. En la actualidad, un día de cada tres nos encontramos con problemas. Los conductores nos insultan, piensan que no podemos ir en filas de dos y en las rotondas nos rompen el grupo cuando, según las normas de tráfico, una vez entra un ciclista en una rotonda hay que dejar pasar al resto del pelotón sin entrometerse".

La alta velocidad de circulación de los automóviles y la proximidad con la que pasan por al lado del pelotón han provocado en muchas ocasiones accidentes graves e incluso mortales. "Hay mucha desinformación, los conductores piensan que tenemos que ir por el arcén, a veces impracticable, y no es así. El carril bici está muy bien, pero no está adaptado para la práctica de este deporte, ya que apenas tiene un metro de ancho y circulamos en grupos y a gran velocidad".

A pesar de la sensación de peligro sobre la calzada, para estos aficionados el ciclismo de carretera es "una droga, una especie de veneno con el que te obsesionas y al que dedicas muchas horas", afirma José Carlos Amador, del Club Ciclista El Pedal, el más antiguo de Sevilla capital. Este club cuenta con una protección única y que ellos presumen como estandarte del club, una furgoneta que les acompaña y que, además de protegerlos de la circulación, atiende cualquier percance (caídas, reparaciones, etcétera).

El Pedal realiza sus salidas desde El Cerezo. Cada uno de sus miembros porta una bicicleta de unos 7 kilos, elaborada con fibra de carbono -una de montaña oscila los 12 kilos-. Pronto, gracias a sus finas ruedas, al poco peso y a la posición curvada del cuerpo, el grupo comienza a rodar, dejándose llevar por el pelotón, sin descolgarse.

Al año este club hispalense se propone como meta realizar unos 5.000 kilómetros. Aunque muchos de sus miembros, algunos campeones regionales o provinciales, dedican mucho más tiempo y kilómetros a su puesta en forma. "A la semana dedico unas 20 horas, entre entrenamientos y la salida del domingo", afirma Amador.

Como en el rugby, aquí también existe el tercer tiempo, y es la unión del grupo la clave para su buena práctica. En el caso del Club El Pedal, su presidente destaca como el calendario de la temporada se cierra con el paso del río a la altura de Coria montados, bicicletas incluidas, en las famosas barcas.

En Morón de la Frontera existe uno de los clubes más consolidados y conocidos de la provincia por la buena cantera y resultados obtenidos, el Club Ciclista El Gallo. El perfil de sus numeroso socios, 184, es amplio, desde los 17 a los 71 años y desde el ciclismo de montaña al de carretera. Uno de los objetivos fundamentales del club es crear afición, para lo que cuentan con la escuela de ciclismo y el proyecto de fomentar esta práctica entre las mujeres. "En la carretera hay mucho pique, pero intentamos que esa rivalidad no exista aquí", dice su vocal, Miguel Ángel Camacho.

Descolgarse de este deporte resulta imposible para a quién ya le ha enganchado, expone Camacho: "Comencé con 15 años. La primera bicicleta de carretera me la compre con mi primer trabajo. Cuando entré en la universidad la abandoné. Ahora que estoy parado lo he vuelto retomar y es que el gusanillo siempre te pide salir a la carretera".

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