Etapa 6 del Camino Olvidado: Arija-Olea | Un trozo de Cantabria

Precioso recorrido con dos partes muy diferenciadas: una en llano junto al Embalse del Ebro y otra por montaña

Etapa anterior: Santelices-Arija

Inicio desde Bilbao (etapa 1)

En esta etapa pasaremos dos veces la altura de los 1.000 metros.
En esta etapa pasaremos dos veces la altura de los 1.000 metros. / Emilio J. de los Santos

En esta jornada, el Camino Olvidado nos introduce en Cantabria. Nos espera un paisaje espectacular junto al Embalse del Ebro, con la Cordillera Cantábrica como telón de fondo. Sin embargo, la primera mitad de la etapa estará marcada por el asfalto. Afortunadamente, el panorama se transformará de forma radical al ascender a los cerros de Peñastrosa y El Cotío, ambos superando los 1.000 metros de altitud. Además de la belleza natural, la jornada nos revelará un auténtico tesoro románico: la Colegiata de San Pedro de Cervatos.

Powered by Wikiloc

La etapa, de 30 kilómetros, presenta dos partes bien diferenciadas: un tramo llano por la carretera que bordea el Embalse del Ebro y otro montañoso con dos subidas intensas y un descenso considerable. De caminar por arcén y carril bici pasaremos a senderos de media montaña que discurrirán por las crestas de varios montes.

Viaducto de La Robla.
Viaducto de La Robla. / Emilio J. de los Santos

Iniciamos la marcha en el camping de Arija. Retrocedemos hasta el Barrio de Vilga y tomamos la calle Paseo de la Playa, que sigue la orilla del embalse. Tras cruzar el pintoresco Puente del Tren de la Robla, atravesamos el río Nava por un puente de la carretera BU-642, accediendo así al Barrio de Arriba de Arija. Esta es la parte antigua de la localidad, donde se concentra su patrimonio, como la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, el Ayuntamiento, el antiguo seminario y algunas casas señoriales con elaborados blasones de piedra en sus fachadas.

Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora
Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora / Emilio J. de los Santos

A 300 metros de la última vivienda de Arija se encuentra el límite con Cantabria. La carretera pasa a denominarse CA-730 y nos acompañará durante 11 largos kilómetros, discurriendo por su lateral, ya sea por arcén o carril bici. Esta parte de la etapa es prácticamente llana, siempre junto al Embalse del Ebro. Las vistas son agradables, combinando las panorámicas del pantano con el impresionante fondo de las altas montañas de la Cordillera Cantábrica.

Límite con Cantabria.
Límite con Cantabria. / Emilio J. de los Santos

Nuestro avance por la carretera nos llevará a través de pequeños pueblos. El primero, Bimán, ya en Cantabria, se encuentra en el kilómetro 2,5 de la etapa. Tras pasar su Iglesia de San Julián, cruzaremos a nivel la vía del tren. En el kilómetro 4, atravesamos Llano, donde se halla la Iglesia de Santa Juliana. Aquí, la carretera se acerca mucho a la orilla del pantano y, tras un largo puente, permite visitar la coqueta Ermita de la Virgen del Avellanal. El templo actual es de 1996 tras derribarse el original del siglo XVIII por su estado ruinoso. A su lado hay un agradable merendero con un mirador.

Ermita de la Virgen del Avellanal.
Ermita de la Virgen del Avellanal. / Emilio J. de los Santos

A un kilómetro del pequeño templo, volvemos a cruzar la vía del tren, justo antes de las escasas viviendas de la aldea de Renedo. A partir de este punto, la carretera serpentea bastante, pero se mantiene llana.

Restos de la Iglesia de Villanueva de las Rozas.
Restos de la Iglesia de Villanueva de las Rozas. / Emilio J. de los Santos

Antes de entrar en Villanueva de las Rozas, tendremos la oportunidad de observar semi sumergida en el embalse la Iglesia de San Roque, vestigio del pasado afectado por la construcción de la enorme infraestructura. Conocida como la Catedral de los Peces, su campanario emerge de las aguas y actualmente se usa como mirador, accesible a través de una pasarela de madera.

Casi contigua a Villanueva se encuentra Las Rozas de Valdearroyo, que, a pesar de su pequeño tamaño, ofrece algunos servicios junto a la estación de tren.

Pared del Emblase del Ebro.
Pared del Emblase del Ebro. / Emilio J. de los Santos

A un kilómetro y medio, la carretera cruza la pared del Embalse del Ebro, desde aquí este largo río continúa su curso hacia la costa mediterránea. El lugar, con un desnivel destacado, ofrece vistas espectaculares del Valle del Pedrón.

Tras la presa, la carretera gira bruscamente a la derecha hacia la localidad de Arroyo, donde destaca la Iglesia de San Juan. Al salir del pueblo, después de algunas casas aisladas, el recorrido finalmente se separa de la CA-730 en una curva, continuando de frente por un carril de tierra: el Camino Natural del Ebro o GR-99. Llevamos 13 kilómetros y justo ahora comienza el perfil ondulado y más solitario de esta jornada.

Subida a Peñastrosa.
Subida a Peñastrosa. / Emilio J. de los Santos

Afrontaremos una subida de 220 metros de altura en unos dos kilómetros, con un carril en buen estado. Los primeros metros son asfaltados, pero tras una cancela es de tierra. La primera ascensión es directa, casi en línea recta, remontando la ladera de Peñastrosa (1.147 metros), aunque no coronaremos la cima. Poco antes, el sendero quiebra a la izquierda, internándose en un bosque que rodea la parte más alta.

Tendremos que saltar varios vallados con escalas de madera.
Tendremos que saltar varios vallados con escalas de madera. / Emilio J. de los Santos

Al dejar atrás la arboleda, disfrutaremos de vistas panorámicas de toda la zona. A nuestros pies, a cierta distancia, divisaremos Reinosa, la localidad más importante de la comarca. También podremos admirar el embalse y las montañas al fondo. Avanzaremos por la dorsal de este collado, ganando algo más de altura hasta pasar por El Cotío (1.162 metros), el punto más elevado de esta etapa. Se sitúa justo después de un solitario aerogenerador.

Este vallado nos acompañará un largo tramo. En cierto momento, tendremos que pasar al carril que hay a la izquierda.
Este vallado nos acompañará un largo tramo. En cierto momento, tendremos que pasar al carril que hay a la izquierda. / Emilio J. de los Santos

Por aquí arriba, caminaremos por una trocha con tramos poco definidos, pero la dirección será clara, prácticamente en línea recta, con un vallado a nuestra izquierda. Nos acompañarán caballos mochinos, típicos de Cantabria, que se crían en libertad en estos montes. Son hermosos y tranquilos, pero conviene mantener siempre la distancia. Dado que es una zona ganadera, atravesaremos varios cercados por angarillas o escalas, extremando la precaución al manipularlos pues suelen estar muy oxidados.

Una manda de caballos mochinos.
Una manda de caballos mochinos. / Emilio J. de los Santos

Tras superar El Cotío, veremos un carril bien definido al otro lado de la cerca que nos acompaña. La tendremos que superar por una angarilla algo improvisada para incorporarnos a la vereda del otro lado: el Camino de Santa Marina. Iniciamos un suave descenso. A los 2 kilómetros, debemos estar atentos para abandonar el camino principal y tomar una trocha a la izquierda. Tras un pequeño repecho, comienza el descenso más pronunciado, recorriendo el paraje de La Majada y siguiendo la ladera de un cerro. Perderemos 200 metros en un par de kilómetros.

La bajada hacia Cervatos. El pueblo se ve al fondo.
La bajada hacia Cervatos. El pueblo se ve al fondo. / Emilio J. de los Santos

Alcanzamos la parte baja conectando con la carretera N-611. Caminamos con precaución por su arcén para tomar, a la derecha, la calle principal de Cervatos. Con una suave pendiente ascendente pavimentada con cantos rodados, llegamos a la Colegiata de San Pedro, un tesoro románico declarado Bien de Interés Cultural. El templo del siglo XII destaca por los motivos eróticos en los relieves exteriores. Su interior también merece una visita. Si llegamos a buena hora, es posible que haya un guía disponible.

San Pedro de Cervatos es un tesoro del rómanico.
San Pedro de Cervatos es un tesoro del rómanico. / Emilio J. de los Santos

Salimos de Cervatos siguiendo la Calzada de los Bendios, una antigua ruta que une Palencia con Cantabria. Dejamos a la derecha el cerro de Los Tres Hermanos y utilizamos un paso elevado para cruzar la autovía A-67.

Comienza la segunda subida.
Comienza la segunda subida. / Emilio J. de los Santos

Al otro lado nos espera otra dificultad: la subida al Alto del Bardal, en las primeras estribaciones de la Sierra de Híjar. Pronto nos internamos en un bosque con un terreno irregular que se inclina gradualmente hacia arriba. Cuando la cuesta se endurece, las indicaciones nos sacan de la trocha, obligándonos a improvisar ante la aparente desaparición de las marcas del Camino Olvidado. Tendremos que avanzar como podamos, en ascenso por el paraje de Valdelatorca, buscando el claro que hay a la izquierda como mejor referencia. Por encima discurre la CA-284, nuestro objetivo. Podemos seguir la dirección del tendido eléctrico hasta alcanzar el asfalto, donde podremos seguir la curva de la carretera o atajar campo a través.

Al perder las señales, debemos salir a un claro y subir hasta alcanzar la carretera que cruza por arriba.
Al perder las señales, debemos salir a un claro y subir hasta alcanzar la carretera que cruza por arriba. / Emilio J. de los Santos

Al reconectar con la carretera, la seguimos hacia la derecha para pasar el panel que indica el puerto: 1.080 metros. A poca distancia, sale un carril de tierra paralelo: lo tomamos. Es el llamado Camino de las Asturias. Volveremos a encontrar numerosos caballos en libertad por esta zona. Finalmente, distinguimos la meta al fondo. Está a apenas dos kilómetros, pero no nos confiemos, ya que antes hay un descenso corto pero intenso que pondrá a prueba nuestras piernas.

Alto del Bardal.
Alto del Bardal. / Emilio J. de los Santos

Olea presenta sus casas dispersas en dos núcleos. El alojamiento se encuentra avanzando un poco por la carretera hasta el segundo grupo de viviendas, justo detrás de la Iglesia de Santa María. La localidad cuenta con un bar con tienda, pero conviene asegurarse de que esté abierto o llevar provisiones en la mochila por si acaso.

Al fondo ya se distingue Olea.
Al fondo ya se distingue Olea. / Emilio J. de los Santos

En cuanto al patrimonio, Olea alberga la Iglesia de San Miguel, románica de una nave y también BIC, en el primer grupo de casas. En el segundo núcleo se encuentra la Iglesia de Santa María, originalmente románica pero con añadidos góticos y barrocos, aunque lamentablemente su estado de conservación no es muy bueno.

Iglesia de Santa María, en Olea.
Iglesia de Santa María, en Olea. / Emilio J. de los Santos

Concluimos aquí esta dura, variada y bella etapa, la primera toma de contacto seria con el paisaje de montaña que nos acompañará durante los próximos días.

stats