Vivir en Sevilla

El sabor de un patio donde el tiempo se para en la plaza de Molviedro

El patio del restaurante La Despensa de Molviedro.

El patio del restaurante La Despensa de Molviedro. / M. G.

Callejear es una de las ventajas que tiene el centro de Sevilla. Aún es posible buscar refugio en lugares como la plaza del Molviedro. Tan cerca del bullicio como lejos de él. Llegar hasta la Despensa, el restaurante del hotel Vincci Molviedro, es reconciliarse con uno mismo y prepararse para encontrar una pausa y dedicarse un tiempo a una misma, que también es necesario.

El nombre es un homenaje al origen de la Plaza de Molviedro, que asumió un papel comercial en el siglo XVIII con un mercado de pan y otros alimentos. La plaza se convirtió en un Palenque lleno de vida que era visitada por los locales a diario para abastecer sus despensas y alacenas.

Esta despensa en concreto es muy variada pero, sobre todo, sincera. Sin trampa ni cartón. Para empezar a abrir boca las croquetas del puchero. Pura cocina de la abuela en cada bocado. En su medida justa y con las hebras de carne masticables en cada bocado, no perdidas entre la bechamel.

Para seguir con bechamel con un toque picante, las croqueta de cochinita pibil y crema de aguacate. Con el justo toque de picante que sorprende a la hora de comer desde el primer bocado.

Pero lo que más buscan los que llegan a la Despensa de Molviedro es el paté casero de perdiz salvaje acompañado de confitura y tostas o el mini brioche de panceta a baja temperatura y mahonesa de kimchi o el ceviche de sepia, curry verde y coco. Como curiosidad, la ensalada de bibimbap, con arroz basmati, col, setas, espinacas frescas, costillas a baja temperatura y huevo frito. Muy lejos de la imagen de lechuga y tomate que viene a la cabeza cada vez que se pide una ensalada.

Una carta que se renueva periódicamente según la temporada de verano o de invierno y que siempre sorprende. Casi tanto como las cenas de los viernes con música en vivo y sus fueras de carta, que podrían formar un menú alternativo. Una materia prima de calidad que salta en los mezcla de sabores tradicionales con elaboraciones propias de la gastronomía de otros países como la baba ganoush, una pasta a base de puré de berenjena típica de la cocina árabe y mediterránea y que se suele comer con pan de pita y que aquí acompaña perfectamente a una corvina a la parrilla.

Sabores que recorren el mundo y que mezclan el mango con el atún en el tiradito. Una de las señas de identidad de la despensa de Molviedro es esta forma de presentar el atún rojo. Aunque no la única porque también está en mojama y el atún de almadraba sobre shitakes encebollados y ají amarillo.

El tataki de pato es otro de los imprescindibles y como no puede ser de otro modo tratándose de Sevilla, sería imperdonable no probar la ensaladilla ni las croquetas y no solo la curiosa mezcla de picante y guacamole con la de cochinita pibil, sino también las sorprendes del puchero, con su sabor a cocina de toda la vida o las de cola de toro.

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