Los secretos de un vaivén
Con la cercanía de la Bienal, las ventas de abanicos se disparan en los comercios, en concreto la de pericones de baile
A las alturas en las que estamos del siglo XXI, pocas personas saben que una mujer que se desliza suavemente sobre los ojos un abanico, lejos de querer cautivar al que tiene enfrente, en realidad le está diciendo que se vaya. Estas sutiles técnicas de coqueteo heredadas del siglo XIX ya han perdido su fuelle frente a otras más aventajadas y eficaces como pueden ser Tinder o Whatsapp. En cualquier caso, si hay algo que el abanico todavía inspira, a pesar de que su lenguaje se haya borrado con el paso del tiempo, es elegancia y carácter.
Ambas características típicas andaluzas brotan, ahora más que nunca, con la proximidad de la Bienal de Flamenco de Sevilla. La ciudad se prepara para el evento y las mujeres se acercan a las tiendas más emblemáticas para hacerse con su complemento. Y Diza-Dizal-Zadi lleva casi 100 años encargándose de que ninguna se quede sin él. En esta tienda, ubicada en la Calle Sierpes y Tetuán, la Bienal es un catalizador de ventas. Los pericones de baile son los favoritos. Estos ejemplares se caracterizan por su amplitud. Están diseñados para el flamenco, con la finalidad de que se aprecie su batir de alas desde la última fila del público.
Con las altas temperaturas que aún persisten, también los hay especializados en sofocar el calor. Según indica Miguel Alonso, encargado de la tienda Juan Foronda ubicada en Sierpes, "los abanicos tradicionales miden unos 14 centímetros y son conocidos como los tamañobolso". Ahora, también los hay de dimensiones más pequeñas, son los tamaño mini y están ideados para poder introducirlos en carteras de boda donde antes sólo cabían el pintabios y el móvil.
Aquellos que piensan que se trata de una prenda exclusivamente femenina están equivocados. En Juan Foronda uno de los modelos más vendidos son los de caballero. Un poco más grande que los tamaño mini, tienen como característica remarcable un país (tela) más grande. No obstante, la variedad de colores en el caso de ellos es mucho más reducida: burdeos, verde botella, albero y como caso excepcional, algún azul.
Elisa Díaz, encargada de la tienda Diza-Dizal-Zadi, asegura que es todo un universo. Los hay de novia, lisos y decorativos, entre otros. Los dibujos de todos ellos están pintados a mano por distintos artistas. Las flores son el motivo más común, pero los abanicos decorativos pueden tener verdaderas obras de arte volcadas sobre su superficie. "Nosotros trabajamos con artistas como Carmen Monreal, una de las mejores del sector; ella realiza pinturas con reproducciones de los cuadros de Goya o vistas de la ciudad de Sevilla. Una maravilla", señala Díaz.
El precio de los más exuberantes puede alcanzar los 5.000 euros. No es para menos. Están fabricados con materiales únicos. Desde maderas nobles como el ébano y el caoba, hasta nácar, marfil y carey. Un lujo muy necesario, sobre todo ahora que la Bienal está a la vuelta de la esquina y los secretos afloran con un vaivén de muñeca.
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