Como sevillana, esto es lo que visitaría y comería durante un día en el centro de la ciudad

Visitar una ciudad como Sevilla en apenas un día no es tarea fácil, especialmente porque se trata de un lugar de grandes dimensiones, con multitud de barrios y, por tanto, de opciones, que la convierten en un destino algo inabarcable para visitarlo en apenas unas horas.

Sin embargo, hay algunas cosas que se pueden hacer si se cuenta con un tiempo muy reducido y que pueden dar buena cuenta de cómo es la gastronomía de la ciudad y de cómo son sus monumentos más destacados. Como sevillana, esto sería lo que visitaría y comería durante un día en el casco histórico de mi ciudad.

Qué visitar

En el Casco Histórico de Sevilla, uno de los más grandes de Europa, existen multitud de monumentos que merecen una visita. Los más destacados son la Catedral de Sevilla y la Giralda, que se pueden conocer con la misma entrada, y los Reales Alcázares de Sevilla. Pero más allá de estos dos edificios de suma importancia, también están la Casa de Pilatos, las Setas de la Encarnación, la Plaza de España y algunas casas palacio como la de los Marqueses de la Algaba o el Palacio de la Condesa de Lebrija, este último de gran belleza.

Si se cuenta con poco tiempo, es posible que la mayoría de sevillanos y sevillanas se decanten por hacer una visita a la Catedral o a los Reales Alcázares. Decidirse por solo uno de ellos no es tarea fácil, ya que los dos tienen elementos históricos y arquitectónicos únicos y relevantes.

Sin embargo, y aunque pueda parecer contradictorio respecto a lo que suele identificar a Sevilla (la Giralda), visitar los Reales Alcázares y sus mágicos jardines es un acierto seguro, sobre todo para quienes sean amantes de la arquitectura. De aspecto similar a algunas zonas de la Alhambra de Granada, ya que fue construido por los mismos obreros, los Reales Alcázares de Sevilla constituyen un monumento único que no deja indiferente a nadie. Además, durante los meses de verano se podrá conocer mediante las visitas teatralizadas que tienen lugar de martes a viernes.

Si aun después de esta visita se sigue contando con tiempo, otro de los lugares que no se debe perder uno es la Plaza de España, construida con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 de la mano del arquitecto Aníbal González. Para llegar a ella lo mejor es hacerlo por el barrio de Santa Cruz, uno de los más emblemáticos de la hispalense.

Vistos estos dos lugares es posible dirigir la visita hacia el Parque de María Luisa, dada su proximidad con la Plaza de España, hacia la zona del río en la que se encuentran el Puente de Triana y la Torre del Oro o adentrarse en la zona más comercial de la ciudad para conocer de cerca las Setas de la Encarnación. El parque es perfecto para los amantes de los espacios naturales en las ciudades y constituye un remanso de paz en pleno centro de Sevilla, el río es perfecto para ver el atardecer y las Setas son el lugar ideal para aquellas personas a las que les gusten los monumentos más actuales y novedosos, con una vista panorámica de la ciudad incluida.

Dónde comer

Existen infinidad de establecimientos hosteleros en Sevilla en los que se puede probar la comida más auténtica de la tierra a precios económicos y con productos de buena calidad, pero sin lugar a dudas la mejor manera de degustarla es a base de tapas, la forma más típica de comer en nuestra ciudad.

Las tapas son pequeños platos de comida que permiten degustar hasta tres tipos de recetas e incluso guisos en un único almuerzo o cena. Sus precios económicos y su tamaño más reducido hacen posible que se puedan probar varias de ellas. En el centro histórico de Sevilla tiene especial fama el montadito de pringá en el bar Las Columnas de Santa Cruz, donde además también se puede degustar el vino de la casa para acompañar al montadito.

Si se quiere seguir con los platos de carne, justo al lado de este establecimiento se encuentra la Taberna Álvaro Peregil, en la que sirven uno de los chicharrones más famosos de la ciudad, que también se pueden tomar junto a su popular vino de naranja. Cerca de este lugar también se encuentra el bar Las Teresas, donde se puede degustar la tapa de espinacas con garbanzos. De camino a la calle Tetuán hay que hacer una parada obligatoria en Blanco Cerrillo para probar su tapa de cazón en adobo, cuyo olor inunda toda la vía.

Hacia la zona de las Setas de la Encarnación se encuentra El Rinconcillo, el bar más antiguo no solo de Sevilla sino de España. No se puede ir uno de aquí sin probar sus espinacas con garbanzos (apta para veganos) y sus pavías de bacalao, dos platos muy típicos de la gastronomía sevillana.

Si sigues por esta zona puedes acercarse a Casa Ricardo, si es que encuentras sitio para entrar, y probar sus conocidas croquetas de jamón, de las que dicen que son las mejores de la ciudad, y su solomillo al whisky, otro de los platos que definen la cocina de la hispalense. Los amantes de las comidas hechas con cariño y a fuego lento tienen su sitio en la Bodeguita Romero, con su tapa de cola de toro, muy sabrosa y tierna.

En muchos de estos establecimientos también sirven otras tapas propias de Sevilla como los caracoles y las cabrillas, en temporada, el serranito, la ensaladilla, tortillita de camarones u otro tipo de pescado frito e incluso el vaso de gazpacho. Si estas tapas se encuentran en la carta de un bar, son acierto seguro en cuanto a comida típica sevillana.