Watts firmó por tres temporadas

Que la planificación deportiva del CB Sevilla fue un desbarajuste pocos pueden discutirlo. Teniendo prácticamente la plantilla hecha a falta de pocos retoques, el club optó por mover piezas y, a los hechos clasificatorios hay que remitirse, el bagaje no está siendo óptimo, teniendo en cuenta el descomunal final de curso que hizo el equipo, a estas alturas de temporada por más que se encuentre en el Last 32 de la Eurocup. La Liga Endesa, donde de verdad es necesario hacerlo bien, no está siendo satisfactoria para los hispalenses, penúltimos en la tabla.

Entre los movimientos incomprensibles que se ejecutaron en verano estaba la incorporación de Dane Watts, un estadounidense de perfil bajo que había jugado sobre todo en la Bundelisga con un papel de secundario. Lo fichó el CB Sevilla y al tiempo obtuvo el pasaporte costamarfileño, pero ni siquiera sin ocupar plaza de extranjero ha logrado cuajar y ganarse la confianza de Scott Roth, que no lo utiliza en los partidos desde hace un mes, el pasado 29 de noviembre en Santiago.

Watts, que ha sido padre recientemente en Sevilla, ha estado representado durante su carrera por Jeffrey Meythaler, un agente con escasa repercusión en Estados Unidos y que de repente se convirtió en el dueño del club hispalense. Casualidades de la vida, o no, el ala-pívot que sustituyó a un chico de la casa como Beka Burjanadze, el joven georgiano tan querido por la afición como estajanovista a la hora de entrenar, firmó un contrato por tres temporadas el pasado verano, según ha podido saber este periódico.

Que el CB Sevilla atara a Watts por un trienio, siendo un jugador a todas luces secundario, no tiene ningún sentido, a no ser que de aquella negociación hubiera beneficios indirectos, pues no es lo mismo cobrar los honorarios como representante de un contrato de un año que de tres.

Quizás así se pueda entender también por qué desde la dirección deportiva del CB Sevilla no se ha decidido prescindir de Watts a pesar de su escaso rendimiento, a tenor de los minutos disputados. Despedirlo, si no existen cláusulas de corte, supondría un alto coste para la entidad, que desde luego hizo una operación nefasta.