Deportes

La cadena de los despropósitos

  • Los movimientos para apartar al fondo de inversión propietario del club se han acentuado. El proyecto de tres años hace aguas en sólo seis meses y se buscan soluciones de urgencia.

El surrealismo llevado al paroxismo. Así puede definirse el panorama de este CB Sevilla que se está desangrando día a día sin que nadie por ahora ponga remedio a una situación que trasciende lo deportivo, como se ha contado en estas páginas en alguna ocasión, por más que el equipo cierre la clasificación de la Liga ACB, algo que tampoco implica necesariamente el descenso de categoría, a tenor de las leoninos requisitos para que los conjuntos de la LEB Oro suban a la élite.

Desde mediados de junio todo ha sido un dislate, cuando Caixabank puso en manos de un desconocido y oscuro fondo de inversiones este goloso juguete (en el sentido de estar saneado, con garantía de patrocinio durante tres campañas, con talentosos jóvenes que podían ser traspasados en el futuro…) llamado Cajasol con 27 años de historia, ni más ni menos. Generó muchas dudas la irrupción de Jefferson Capital Funding, un fondo de inversión prácticamente invisible y del que no se encontraba información, amén de estar comandado por Jeffrey Meythaler, un agente yanqui desconocido por estos lares.

El americano, como es conocido por muchos, vino de la mano de José Luis Galilea, encargado de vender el proyecto en la sede central de Barcelona, aunque no se conocían de nada hasta que el destino los unió con el fin común de recalar en San Pablo. Bajo el compromiso de aportar ciertas cantidades económicas, con el inestimable apoyo financiero del anterior propietario, Meythaler se hizo con las riendas del club. Y a los seis meses, desde hace varias semanas, ya hay movimientos para tratar de desbancarlo de su posición por su ineficacia y por haber soltado sin rubor alguno que no piensa poner un euro, además de estar relacionado directamente con varios fichajes sospechosos, tanto por la calidad de los jugadores como por los contratos firmados. Esto último fue reconocido tras la paliza ante el Ostende por Scott Roth en el esperpéntico discurso ante los medios con Berni Rodríguez de improvisado traductor.

Fernando Moral, que sustituyó como presidente a José Aguilar, se quedó en la cúspide del organigrama pero en un papel meramente decorativo. Ahora ha cambiado su rol y desde hace un tiempo se viene interesando realmente por los movimientos del club, rindiendo debida cuenta a Caixabank. El directivo sevillano se ha puesto manos a la obra porque en la entidad financiera están realmente preocupados con la situación, aunque su deseo fuera siempre vender el club y dejarlo en las mejores manos posibles. Arreglar el entuerto es prioritario en estos momentos después de que el CB Sevilla haya protagonizado una cadena de despropósitos, uno tras otro, desde el inicio de verano hasta ahora, no únicamente en la parcela deportiva.

Desde la ACB hay presiones para que se solvente este desaguisado, pues en la calle Iradier, sede de la patronal, no quieren que se pierda una plaza estratégica e histórica como es Sevilla. También el recelo despertado estos últimos meses ha llevado a gente de toda la vida del baloncesto hispalense relacionada con el club a tener algunas reuniones para encontrar vías de solución a un problema que va camino de empeorar, al punto de que muchos no creen que el CB Sevilla vaya a durar más allá del próximo verano si no se hace nada para remediarlo. De hecho, la idea pasa por lograr que los políticos tomen parte en un asunto que afecta a la ciudad, como ha ocurrido en Bilbao recientemente, y que puede abocar a la desaparición a un equipo con un cuarto de siglo en la élite del baloncesto nacional.

Por cierto, también habría que darle un tirón de orejas en este turbio asunto al Consejo Superior de Deportes (CSD), que autorizó la operación de compraventa y, según han transcurrido los hechos, no se detuvo demasiado tiempo a investigar o estudiar los documentos de un fondo de inversión que cada día parece más ficticio o, al menos, con escasa capacidad financiera. "Estoy al tanto de la operación, lógicamente. Y la valoración es positiva", comentó a este periódico a mediados de julio Miguel Cardenal, presidente del CSD, quien quizás haya variado su opinión seis meses después de aquellas declaraciones.

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