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Orfandad endémica y pertinaz en el centro

  • Penaltis y expulsiones por ocupar mal los espacios

A la hora de los análisis a toro pasado -porque, que se sepa, los análisis se hacen cuando las cosas han sucedido en su totalidad-, nadie en el sevillismo anoche se acordaba de las dos ocasiones de Negredo al comienzo del partido ante el Málaga. También porque el mérito de ambas jugadas, en gran parte, era del delantero vallecano. El equipo de Míchel, aparte del empuje que sí llevó a cabo en la primera mitad, hizo bien poco como colectivo, tardó un plisplás en desordenarse y no dominó nunca la situación debido a su ya endémica orfandad en el centro del campo, donde sigue sin encontrar al futbolista o los futbolistas idóneos. O, sencillamente, no los busca. Acabó hecho un pelele, un equipo roto por el centro y con una defensa a la que le llegan siempre en ventaja.

Defensa

No es ninguna casualidad que el Sevilla sea el equipo con más penaltis señalados en contra (5) y con más expulsiones (7). Eso no quiere decir que los árbitros le tengan manía. Lo que quiere decir es que sus futbolistas, por regla general los defensas, llegan tarde. ¿Y por qué llegan tarde? Porque suelen estar ocupando mal los espacios, es decir, que no están correctamente colocados. Mientras estuvo Kondogbia y el Sevilla tuvo fuelle para tirar hacia arriba no se produjo ese desequilibrio tan claro en la zona de medios centro, aunque ya Fazio en la primera mitad tuvo que acudir a apagar fuegos demasidas veces ahí. Cuando Míchel sacó del campo al francés y dejó solo a Medel en esa función, el sistema defensivo ya se convirtió en una verbena para el Málaga, que se encontraba a un equipo roto en dos, muy estirado en el campo y tremendamente frágil en las contras.

Ataque

Es verdad que el equipo de Míchel tuvo mala suerte en una primera mitad en la que logró hacerle alguna ocasión a un equipo que sabe replegarse bien y que ha recibido sólo tres goles fuera de casa, pero dependiendo tanto de Negredo se corre en el riesgo de que el vallecano no siempre acierte, que dé en el palo, como pasó ayer. Pero el Sevilla, independientemente de que llegó por intensidad en la primera mitad, no tiene plan colectivo. No tiene pausa, ni criterio cuando le tapan las bandas o cuando deja de empujar para presionar arriba.

Virtudes

La puesta en escena inicial.

Talón de aquiles

Falta de un método que tenga que ver con el fútbol, con el control del ritmo y de jugar con los espacios, tanto al ocuparlos como al crearlos.

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