Fútbol · Segunda División B

A ritmo de chaparrón

  • El Sevilla Atlético derrota al Córdoba B fruto de dos embestidas que sirven para anotar cuatro goles.

Dos arreones como dos chaparrones le valieron al Sevilla Atlético para endosar al Córdoba B una goleada en un partido en el que los sevillistas no necesitaron adueñarse del balón para apenas sufrir un acoso real en su portería. La goleada se fraguó en dos breves periodos de tiempo distribuidos en las dos mitades del partido, dos aguaceros en los que el conjunto de Diego Martínez acertó a golear por partida doble.

Ambos chaparrones estuvieron guiados, cómo no, por Juan Muñoz, un fiable zahorí capaz de hallar agua en las áreas rivales donde el resto sólo percibiría arenisca. Así nacería el primer gol. Minuto 5 de partido. El delantero centro del Sevilla Atlético recibe de espaldas en el pico del área pequeña cordobesista un centro de Jony desde la izquierda. Tras el control, el balón se eleva y, sin pensarlo, con el defensa a su espalda, remata a la red de espectacular chilena. 1-0, tras haber encontrado el zahorí su particular americanismo.

El mismo Juan Muñoz, apenas cinco minutos después, volvió a encontrar la vía de agua rival. En una jugada que nace en la medular, Muñoz descarga en Borja Lasso y toma la carrera derecho al área. El centro de Jony se apea en un Muñoz que olfateaba el peligro. Su remate desde el pico del área pequeña, repelido por Jon Villanueva, llega al centro del área a Cotán, que remacha sin dificultad al fondo de la portería.

En apenas cinco minutos, el Córdoba B se había llevado un chaparrón, casi sin haber entrado en calor. A raíz de entonces, y con toda una primera mitad por delante, los canteranos de Nervión ceden la pelota al filial cordobés. Ordenada, disciplinada, viéndolas todas de cara, a la defensa sevillista no le cuesta achicar los acercamientos del Córdoba B, que nunca se negó a jugar al fútbol. Pero la seriedad de Antonio Romero, la omnipresencia de Cotán, el control de Garrido y Moi y el pundonor de Sedeño y Matos, siempre ayudados por sus compañeros de la vanguardia, fueron suficientes para desbaratar la propuesta de ataque de un Córdoba B que nunca le perdió la cara al partido en lo que restaba de primera mitad.

Pero lo revoltoso del tiempo y las advertencias meterológicas habían anunciado más agua. En ésas mismas estaba el público asistente -un jersey, un paraguas, el toldo del palco, cualquier cosa valdría para cuando dercargaran esas negras nubes que se avecinaban-, cuando llegó el segundo chaparrón. De goles sevillistas, claro. De nuevo, Juan Muñoz encarnó el poder de los dioses de lluvia al rematar a gol libre de marca una bandeja de Moi de cabeza. Gran jugada de estrategia. Un minuto después, sin descanso, Nané acertó a golrar tras una asistencia de Antonio Romero en el interior del área. Poco hubo que contar más de la segunda mitad, casi del partido. Desde la chilena hasta el cuarto gol, dos relámpagos, dos aguaceros, que le dan una importante victoria al Sevilla Atlético, aún imbatido en casa. Los cordobeses precisaron al salir de la ciudad deportiva de una canoa, primer americanismo acuñado por el sevillano Juan Nebrija en el siglo XV.

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