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Emery tiene un lado muy oscuro

  • El doble pivote con Iborra y Coke abre una autopista por la que cabalgó a sus anchas el Espanyol. Los mediapuntas tampoco bajaron a recibir y los cambios desequilibraron más.

Un partido de un pelaje similar a las tres salidas continentales a Rijeka, Lieja y Rotterdam. Un Sevilla con un control ficticio al principio, que ya en la almendra del partido se destapó para que el rival, una vez había olisqueado sus debilidades, se lanzara a su cuello. Una cosa es rotar y confiar en una profundidad de banquillo que se está acreditando por el gran rendimiento en la Liga, y otra confeccionar un equipo extraño, otro más, por su empecinamiento en hacer a Aleix Vidal un lateral diestro digno de la máxima categoría, en hacer a Coke un medio defensivo capaz de suplir, más o menos, a Krychowiak.

Defensa

El Espanyol le dio el balón al Sevilla en espera de que o bien un fallo de la retaguardia roja -una mala entrega, un despeje fallido, un intento de regate en zona peligrosa...- o bien una recuperación rápida con los de Emery saliendo generara el espacio hasta la portería de Sergio Rico. Caicedo y Sergio García estuvieron dinámicos y atentos y maniobraron con listeza a la espalda de Coke e Iborra, una pareja de pivotes que se sintió extraña, inconexa. En la jugada del 1-0, fue Víctor Sánchez quien irrumpió en esa zona para arrastrar y generar el espacio para que Caicedo se encontrara mano a mano con un central. El ecuatoriano soltó un zurdazo tan plástico como potente y certero. Imparable.

Ese gol fue un mazazo para el Sevilla, que definitivamente perdió el sitio atrás. Coke no ofició ni de lejos con la eficacia que suele mostrar Krychowiak a la hora de taponar los contragolpes del rival.

En la segunda parte, Iborra -¿por las dudas de Arribas?- se metió demasiado entre los centrales y Coke, que ya sufrió junto al valenciano, quedó definitivamente entregado a su suerte en el centro de un latifundio. El Espanyol tuvo una autopista cada vez que robaba la pelota a unos atacantes sevillistas estáticos, aturdidos y que jamás se escalonaron.

Ataque

La parsimonia de Iborra y Coke, su casi nula clarividencia para romper líneas con sus pases, se encontró además con el mal día de Reyes, Denis y Vitolo a la hora de ofrecerse, controlar la pelota y generar juego en tres cuartos de campo. Era un partido de la máxima intensidad, de exigencia física, para zafarse de las marcas y tocar rápido. Nada de eso. Estatismo, fútbol previsible. Y muchos errores en controles y pases, por tanto. Y Gameiro, cuando actúa como único punta en la media luna, no está cómodo.

Las entradas de Bacca y Deulofeu acentuaron la acumulación de piezas arriba y la nula trabazón en el juego.

Virtudes

Hasta en el partido más horrendo posible, este Sevilla se saca un golito. Y pudieron ser dos...

Talón de aquiles

El Sevilla fue en Cornellà un pastiche de equipo, que jugó de mentira al principio, se desnudó cada vez más, acabó dislocado y que se volvió vivo de Barcelona por ese gol providencial de Bacca, en un saque de banda a la desesperada, otro más, en el que había muchas posibilidades de que el balón le cayera rebotado a uno de rojo por mera probabilidad.

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