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Hermandades de Sevilla

Triana, siempre Triana

  • Zoido acompaña a la hermandad de la cava en su presentación al cumplir dos siglos. El frío y la crisis dejan vacías muchas calles en la aldea. En la ermita se asienta ya el poso de la celebración.

Más de la Candelaria que de Pentecostés. El frío se ha hecho el protagonista de la romería. Los peregrinos están acostumbrados a lidiar con la calor, pero no a esta bajada del mercurio que deja sin sentido el botellín, el rebujito y los escotes de vertiginosa insinuación de las rocieras.

El Rocío oficial se adelanta en el calendario. Presentaciones en la tarde del viernes. Hermandades jóvenes que llegan hasta los pies de la Blanca Paloma en una jornada donde el calor no está ni se le espera. Por allí pasan Macarena, La Algaba, Mairena del Aljarafe... Y tantos otros peregrinos que alcanzan la meca marismeña. La noche es desangelada. Calles fantasmagóricas. El único ambiente que hay se guarda tras las puertas. Porches convertidos en páramos. La gente busca la lumbre en el regocijo de un roce. La crisis ha puesto también lo suyo para que la estampa diste mucho del Rocío de aquellos años en los que, a la lumbre del ladrillo y la promoción inmobiliaria, el jamón y el langostino eran convidados habituales de las casas. Ahora encontrarlos es una odisea. El premio gordo del gaznate.

La mañana despierta en la aldea. Una casa rociera atesora su liturgia. Habitaciones ordenadas en su desorden. Colas de cuarto de baño. Café de achicoria. Olor a pan tostado. Cuerpos a medio resucitar. Siguen las presentaciones. Por el Ajolí viene Triana. Suena el tamboril que acaba de espabilar el ánimo. Llegan los de la cava a la casa de Gines. "Dios te salve María, sol y Rocío..."

Se va animando la cosa. Es la hora del primer refrigerio. La caballería ya está preparada. La calle de las carretas hace honor a su nombre. El speaker de la Matriz da la bienvenida a los peregrinos. Encabeza este pelotón romero Villamanrique. Delante de la ermita el viento sopla con mala idea. Nadie quiere sombra. Estética de marsellés y hombros encogidos. Lección de geografía: Villamanrique viene con Vitoria, La Palma del Condado con Hortaleza, Pilas con el Principado de Asturias. Precisamente a una asturiana es a la que termina de colocarle el moño el malagueño Antonio Alcántara. Ambos se conocieron en El Rocío hace años y ambos comparte risas y rebujitos.

Las primeras hermandades que se presentan ante la Blanca Paloma componen una estampa en sepia de aquellos caminos donde la naturalidad primaba sobre la pose que ahora impera. Cintas azules y amarillas preceden a la comitiva del antiguo arrabal. Triana se presiente. Caballería majestuosa. Tronío en el suave giro hacia la Madre de Dios. Algún espectador sólo aguanta el fuerte viento por ver un famoso. De momento se percata de que esto va de otra cosa. Y tanto. Al fondo, matas de romero en alto. El alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, y el delegado de Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, acuden a la cita. Avanza la carreta más guapa que pisa las arenas. Lirios del camino la exornan. Sencillez en la grandeza. Alcanzan los trianeros el dintel. No una, sino hasta dos veces. Por mucho límite que se quiera poner. Sombreros al aire. "Aquí estamos otra vez". Como hace 200 años. Dos centurias en la que un barrio mudó la piel a esta fiesta. Si Rodríguez Ojeda revolucionó la Semana Santa, los de la cava hicieron lo propio con el Rocío. Triana, siempre Triana.

Por el Ajolí siguen llegando romeros. Sevilla lo pasa. Rostros cansados. Este año el camino ha sido duro. Al mal tiempo, buena cara, como la que ponen con sus cantes Javi Villa, Fifi Carmona, Anabel Domínguez, Macarena del Pilar González y Virginia Arceaga. Entra Sevilla con la Policía montada y con el empaque marca de la casa.

Y mientras la fiesta se diluye en casas y carriolas, en la ermita se asienta el poso de la celebración. Instantes de silencio. Rostros contra el Rostro. Sólo una reja los separa. Un abrazo. Un apretón de manos. La memoria cristalizada en lágrimas. El milagro de cada Pentecostés. Todo ha merecido la pena.

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