Cultura

Exquisitos reunidos

XII edición del ciclo 'Noches en los Jardines del Real Alcázar'. Componentes: Jorge Jiménez, violín barroco; Guillermo Peñalver, traverso barroco; Daniel Zapico, tiorba. Director: Jorge Jiménez. Programa: 'La herencia Couperin': obras de Louis y François Couperin y de Robert de Visée. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Jueves 14 de julio. Aforo: Lleno.

Los Couperin formaron en los siglos XVII y XVIII una de las sagas musicales más influyentes de la música francesa. Aun sin publicar una sola obra en vida, Louis Couperin jugó un papel decisivo en el desarrollo de la escritura para clave, y su sobrino François, conocido como el Grande, fue factor esencial en la conformación de un estilo común europeo. Admirador de Corelli, en colecciones de significativos títulos (Les Goûts Réunis, Les Nations), François buscó puntos de contacto e intersección entre las tradiciones italiana y autóctona.

Original y arriesgado el planteamiento de Tercia Realidad, al centrar su recital en la música de estos dos grandes colosos de la escuela francesa, no demasiado frecuentados en nuestros auditorios, en el caso de la Suite de Louis, obviamente destinada al teclado, recurriendo a la transcripción. No hay aquí el excitante brillo virtuosístico que caracteriza a buena parte del repertorio barroco italiano, pero se trata de una música elegante y refinadísima, que pide flexibilidad y sutileza con los matices, y eso fue justo lo que encontró. Interpretaciones de extrema delicadeza y control, siempre buscando el justo medio.

El bellísimo sonido, tan bien conocido ya en Sevilla, de Guillermo Peñalver, su extremo cuidado con los detalles de articulación y fraseo se fundieron a la perfección con el lirismo de Jorge Jiménez, que si comenzó algo errático el Séptimo Concierto de Los gustos reunidos, dejó una Sarabande para el recuerdo, un momento de frágil desnudez, admirablemente contrastado con la ligereza de la gavota que le seguía. El soporte de Daniel Zapico, asumiendo toda la responsabilidad del bajo continuo, se hizo magia en el Preludio inicial de Louis Couperin, en una transcripción de Les bergeries de François y, sobre todo, en una Chacona de Robert de Visée que hizo que el tiempo se parara en el Alcázar. Noche para exquisitos, sin un segundo de ganga, sin estridencias.

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