Crítica 'Rigoletto'

Triunfo de las voces andaluzas y de Verdi

Rigoletto. Ópera en tres actos de Giuseppe Verdi. Producción del Teatro Regio de Parma. Dirección musical: Pedro Halffter. Dirección de escena: Stefano Vizioli. Dirección del coro: Íñigo Sampil. Reposición de escenografía y vestuario: Pierluigi Samaritani. Iluminación: Juan Manuel Guerra. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro del Maestranza. Cantantes: Juan Jesús Rodríguez (Rigoletto), Ismael Jordi (Duque de Mantua), Mariola Cantarero (Gilda), Dmitry Ulianov (Sparafucile), María José Montiel (Maddalena). Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Miércoles 19 de junio. Aforo: Lleno.

A la vista de la decepcionante y mediocre temporada lírica del próximo curso, les recomiendo vivamente que adquieran alguna de las muchas entradas aún disponibles para este Rigoletto, porque va a ser la última oportunidad en mucho tiempo de escuchar voces de categoría en el Maestranza. Será como el canto del cisne del bel canto con estos dos soberbios repartos que nos traen de nuevo la magia y la seducción de la voz de la mano de quien ha sido uno de los más consumados compositores de ópera.

Dada su perfección global, esta ópera pide esencialmente una puesta en escena clásica, de época, lujosa y monumental. Y así es la que Stefano Vizioli y Pierluigi Samaritani diseñaron para el Teatro Regio de Parma. Especialmente monumentales fueron las escenografías del primer y tercer acto. En el segundo, la lejanía en la disposición de los cantantes supuso algún problema para la proyección de las voces. El vestuario, sobre todo el de los cortesanos, es de gran lujo y gran fidelidad al periodo renacentista. Por último, merece nuestro elogio la labor de iluminación de Juan Manuel Guerra, jugando con los planos lumínicos y con acertadas transiciones de tonos cálidos a fríos en los momentos de tensión dramática.

La dirección musical se movió en la irregularidad a lo largo de la velada. No es la de Verdi la música que mejor domina Halffter y ello se notó en la alternancia de momentos demasiado rápidos con otros muy lentos. En Verdi hay que saber respirar con los cantantes y encontrar el fraseo apropiado para que la línea de canto y el legato pueda desarrollarse en toda su belleza. En este sentido quien más perjudicado salió fue Ismael Jordi, que tuvo que enfrentarse a tempi muy lentos en pasajes muy complicados técnicamente, como Parmi veder le lagrime, en el que le resultó difícil mantener las frases con el fiato suficiente. Lo contrario sucedió en los solos de Rigoletto, llevados desde el foso con demasiada energía y rapidez y que, como en Miei signori perdono, impidieron que Rodríguez pudiese desenvolver con soltura su línea de canto. El tercer acto, en cambio, resultó mucho más homogéneo y de gran eficacia dramática. La orquesta sonó con brillo y muy empastada.

Juan Jesús Rodríguez es sin lugar a dudas una de las voces baritonales más impactantes de la actualidad, con un sonido perfectamente redondeado, poderoso y carnoso, de enorme belleza tímbrica, claro y brillante, perfectamente proyectado. Su grito desesperado final fue realmenmte impactante. Su único punto flaco es la caracterización dramática, el uso del fraseo para dotar de verdad y emoción al canto mediante reguladores y acentuaciones. En esto último quien dio una lección magistral, sobre todo a partir del segundo acto, fue Ismael Jordi. Siempre nos asombra con su inagotable paleta de recursos expresivos, sobre todo de reguladores y de medias voces, con alguna que otra messa di voce para descubrirse. Su legato magistral se pudo admirar en Ella mi fu rapita, donde jugó con el tempo a su gusto cuando la batuta le dejó. Coronó con un larguísimo Si natural el famoso La donna è mobile. Cantarero también encontró su apropiado tono vocal ya en el segundo acto, controlando el vibrato inicial y redondeando los agudos con menos tonalidades metálicas. Sobradísima de recursos técnicos (trinos en pianissimo en Caro nome), fue conmovedora en su escena final. Impactante Ulyanov, con un contundente Sol bemol grave al final, y todo un lujo la Maddalena de Montiel. Enhorabuena al coro masculino, que nació precisamente con este título.

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