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Cultura

El CAAC sigue creciendo por dentro

  • El centro suma su huerta y sus amplios jardines al itinerario expositivo 'oficial' con una singular serie de intervenciones

Poco después de presentar el Secadero, unas dependencias que se dedicarán a propuestas de carácter novedoso, de espíritu en cierto modo heterodoxo o de más difícil encaje en las salas expositivas del circuito oficial, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) sigue ahora extendiéndose, ampliando sus límites, aunque lo hace sin salir del sugerente y amplio espacio del que dispone en el antiguo Monasterio de la Cartuja. En una iniciativa orientada a seguir exprimiendo con criterio los recursos propios frente a las limitaciones presupuestarias, Juan Antonio Álvarez Reyes, director del centro, decidió que valía la pena aprovechar mucho más que hasta ahora la huerta y los jardines que circundan el edificio, incorporarlos al recorrido de los visitantes, que normalmente, hasta los más asiduos, solían pasar por alto.

La apuesta se ha materializado, por el momento, en una singular propuesta de intervencionnes -hasta 15, de otros tantos artistas, andaluces en su mayoría pero también extranjeros- en los exteriores del centro. El germen de la idea, explicaba el jueves Álvarez Reyes, radica en un par de donaciones de las que se ha beneficiado recientemente el CAAC. Una, concebida por el sevillano Juan Carlos Robles, que se encuentra entre las más llamativas, se titula The Confidential Connection, y consiste en una instalación realizada en hierro, madera, cerámica y plexiglás; se trata de una antigua caseta de tránsito ferroviario de Berlín que, al ser trasladada desde la estación de Alexanderplatz a la Rosa-Luxemburgplatz, se convirtió, de repente, en un cuerpo extraño, extirpada del entorno donde hasta entonces no había sido más que un elemento cotidiano. Ese papel sigue jugando, pero ahora ubicadaen plena huerta del CAAC, junto al Secadero y con una potente luz estroboscópica que Robles ha instalado en su interior, junto con grabaciones de los sonidos de vagones y avisos de megafonía. La otra, ¿Quién tiene miedo del rojo, del amarillo y de ti?, es una obra conjunta de la madrileña Libia Castro y Ólafur Ólasson, nacido en Reikiavik, quienes con esta instalación de bombillas y cables que se puede contemplar en el claustrón de la parte este del conjunto se propusieron entablar un diálogo irónico con la serie pictórica de Barnett Newman titulada casi idénticamente en inglés: Who's afraid of Red, Yellow and Blue.

"También hablamos con Maura Sheehan", explica el director del centro, en referencia a la artista irlandesa que muestra en el acceso principal al CAAC, en los conocidos como lagos de Puerta de Tierra, sus Lagunas, una serie de fragmentos de márcol coloreado que emergen del agua. A partir de ahí, dice Juan Antonio Álvarez Reyes, "se hizo necesario plantear un recorrido". Este itinerario, gratuito y que cuenta con una guía donde se encuentran los detalles de todas las obras junto con su disposición exacta en el terreno que se facilitará a los visitantes, abarca también obras que formaban parte ya de los fondos propios del CAAC, y todas ellas -exceptuando la Alicia gigante de la jiennense Cristina Lucas y la ya mencionada instalación de Juan Carlos Robles- fueron en su momento creadas expresamente para el entorno del espacio de la isla de la Cartuja.

Con piezas escultóricas, instalaciones y de pintura mural, entre otras disciplinas, Jessica Diamond, Paloma Gámez, Curro González, Federico Guzmán, Rogelio López Cuenca, Priscilla Monge, Pedro Mora, Olaf Nicolai, Jesús Palomino, MP&MP Rosado y Jorge Yeregui completan la nómina de artistas que participan en esta propuesta que, más que en los tradicionales parques o jardines escultóricos de tantos museos nacionales e internacionales, sigue con especial interés la estela del Proyecto Escultórico de Münster, la ciudad alemana donde cada diez años una serie de creadores previamente seleccionados realizan una serie de intervenciones que buscan, como también en este caso del Monasterio sevillano, reforzar, cuestionar o jugar de una manera u otra con los "significantes" específicos del lugar donde se instalarán su obras.

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