La West-Eastern Divan regresa a Andalucía con las entradas agotadas

La orquesta prepara en Bormujos los conciertos que dará en Sevilla, el domingo, y en Cádiz, el martes, con los que celebra el décimo aniversario de la Fundación Barenboim-Said.

Daniel Barenboim, en un momento de los ensayos que realiza con la orquesta, en la localidad de Bormujos, desde el día 12.
Daniel Barenboim, en un momento de los ensayos que realiza con la orquesta, en la localidad de Bormujos, desde el día 12.
Braulio Ortiz Sevilla

17 de enero 2014 - 05:00

Apenas unos meses después de sus conciertos en Sevilla y Granada -el pasado agosto-, la West-Eastern Divan regresa a Andalucía. La orquesta integrada por jóvenes músicos árabes, israelíes y españoles ha cambiado el verano -la fecha habitual de sus talleres- al invierno con un motivo, el de celebrar el décimo aniversario de la Fundación Barenboim-Said. La formación visita el próximo domingo el Teatro de la Maestranza, donde se interpretará en versión de concierto el segundo acto de Tristán e Isolda de Wagner; y el martes acude al Gran Teatro Falla con un programa centrado en música sinfónica en el que sonarán la Sinfonía concertante para violín, viola y orquesta en mi bemol mayor K364/320d de Mozart y la Sinfonía nº 7 en la mayor de Beethoven. Para ambas citas se han agotado las entradas.

En los ensayos de la orquesta, que se están desarrollando en el Hotel Vértice Aljarafe de Bormujos, Daniel Barenboim -que estuvo acompañado por la viuda de Edward Said, Mariam-, expresó su "grandísimo agradecimiento" a la Junta de Andalucía por el apoyo a la fundación, un proyecto que, recalcó, "tiene fines culturales y humanos, no fines políticos, como tampoco los tiene la orquesta". En su opinión, "compartida" con el fallecido Edward Said, el conflicto entre israelíes y palestinos "no es militar ni político, sino un conflicto humano" que se produce "entre dos pueblos que están convencidos de que no pueden vivir en el mismo pequeño pedazo de tierra con el otro. En cualquier conflicto hay que buscar compromisos", prosiguió, "y éste no se resuelve porque no puede haber compromiso si no se admite el derecho de existir del otro". El director de orquesta defendió que igual que los intentos anteriores por encontrar la concordia "no habían funcionado" tampoco lo harán los actuales. "Con mucho dinero no se puede comprar la justicia que necesitan los palestinos y tampoco lo que quieren los israelíes", lamentó.

En ese panorama, valoró el maestro, juega un papel destacado la fundación, "que ha podido contribuir de manera enorme al desarrollo cultural en Palestina, y en Israel, sobre todo con la población no judía". El director puso como ejemplos el Centro Musical Barenboim-Said abierto en Ramala y el jardín de infancia que lleva el nombre de Edward Said.

En su intervención, el argentino-israelí desmintió "la leyenda" que señala que "Edward Said y yo quisimos formar una orquesta, algo que no es verdad", y aclaró que la propuesta surgió de un encargo que les hicieron con ocasión del nombramiento de Weimar como Capital Cultural Europea. "La idea era poder hacer un taller intelectual y humano, con músicos de todas las regiones", recordó, antes de exponer el asombro -"sorpresa", dijo, "es un término débil"- por el alto nivel que encontraron aquella vez. "El talento de Israel era más o menos conocido, pero no el del mundo árabe. Nadie de nosotros tenía un conocimiento preciso de la calidad y cantidad de los músicos de allí". El proyecto continuaría en Chicago, hasta que Barenboim supo del interés de la Junta de Andalucía por aquella propuesta: antes, acogiendo los talleres de la orquesta, y después creando [en 2004] la Fundación Barenboim-Said. "De modo que Andalucía, e indirectamente España, es el único país que hace una contribución clara al desarrollo de la vida intelectual en Palestina", aseguró. Porque, argumenta Barenboim, la cooperación internacional suele cubrir aspectos determinados y olvidar la cultura. "No olvido lo que me dijo un oyente del concierto que hicimos en Gaza: me dijo que el mundo se había olvidado de ellos, que les mandaban comida y medicinas pero que eso también se hacía con los animales. Aquel hombre me confesó que ese concierto les había hecho recordar que eran humanos".

Barenboim, que reforzó hace unos días su condición de leyenda de la música actual con un sonado triunfo en el Concierto de Año Nuevo de Viena, habló de las tensiones que aún suscita Wagner, del que la Orquesta West-Eastern Divan interpretará el segundo acto de Tristán e Isolda -ya había abordado anteriormente La Valquiria- en su paso por Sevilla. "No es que la mentalidad sobre él en Israel sea cerrada, es que es hipócrita. Arman un escándalo si alguien lo toca, pero se pueden comprar discos e incluso su música forma parte de las audiciones para orquestas", denuncia. El maestro celebra Tristán e Isolda, en todo caso, porque "es una ópera en la que el papel de una orquesta es muy importante".

Tras ser preguntado por el futuro de la orquesta, Barenboim hizo hincapié en los desafíos pendientes de la formación. "No se conseguirá una dimensión total de este proyecto hasta que la West-Eastern Divan no pueda tocar en todos los países que están representados en la orquesta, hasta que podemos actuar en Beirut, Damasco, Amán, El Cairo y Tel Aviv".

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