Cultura

El abrazo de Apolo y Dionisos

XXV Temporada de conciertos. Programa: Obertura de 'Orfeo ed Euridice', de Ch. W. Gluck; 'Apollon Musagète', de I. Stravinski; Obertura de 'El barbero de Sevilla', de G. Paisiello; Sinfonía nº 88 en Sol mayor, de F. J. Haydn. Director: Enrico Onofri. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Jueves, 7 de mayo. Aforo: Casi lleno.

Empecemos por el final, por el momento más emotivo del concierto, cuando Nonna Natsvlishvili, entre sollozos, anunció al público el homenaje que sus compañeros de la orquesta iban a rendir a la violinista Tamara Bektemirova. Tras un cuarto de siglo en nuestra orquesta llega el momento de la jubilación, que se consumará hoy viernes y nada mejor que con las conmovedotras melodías de Chaikovski como regalo musical. El público en pie ofreció un largo y cálido aplauso a quien tanto ha hecho para que hoy disfrutemos de una buena orquesta como parte de nuestra vida cotidiana, que no es poco.

Fue el broche de excelencia de un concierto que alcanzó muy altas cotas de calidad gracias a la presencia en el podio de Enrico Onofri. En algo habrá influido el que se trate también de uno de los mejores violinistas barrocos a la hora de indicar a la Sinfónica la manera de articular, de atacar las entradas, de aligerar el sonido sin por ello perder brillo y de responder con precisión a las mínimas inflexiones dinámicas y agógicas. De hecho, es el mejor Clasicismo que le he escuchado a la Sinfónica, a larga distancia del que escuchamos la semana pasada, por ejemplo. La sinfonía de Haydn fue un caleidoscopio de amenidad y conocimiento de los valores expresivos de los acentos y de las posibilidades que se esconden bajo la simple partitura. El Finale fue simplemente asombroso, enérgico y vertiginoso, con unas cuerdas en perfecta sintonía entre sí y con la batuta.

Antes, Onofri había aplicado su visión alígera y transparente a la música neoclasicista de Stravinski en una versión delicada, matizada de principio a fin.

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