Tríos barrocos sin violines

Crítica de Música

Pablo J. Vayón

17 de julio 2015 - 05:00

SONO REALE

XVI Noches en los Jardines del Real Alcázar. Sono Reale: Sarah Roper, oboe; Vicent Morelló, flauta; Gretchen Talbot, violonchelo; Alejandro Casal, clave. Programa: 'Italia: Belleza, Arte e Stravaganza!' (obras de Corelli, Albinoni, Locatelli, Tartini y Vivaldi). Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Miércoles 15 de julio. Aforo: Casi lleno.

En noche tórrida, el conjunto Sono Reale, que forman solistas de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) junto al clavecinista Alejandro Casal, ofreció en el Alcázar un programa de sonatas en trío italianas, ese género de cámara predilecto del Barroco en el que se plantea un diálogo entre dos instrumentos melódicos sobre un bajo continuo. Lo más habitual era que las voces superiores fueran violines, aunque en muchas colecciones se ofrecían, por razones comerciales, otras opciones, y las adaptaciones fueron siempre normales. Los cinco compositores presentados por Sono Reale eran en cualquier caso grandes violinistas, y su escritura resulta en general muy idiomática, por lo que la adaptación al oboe (moderno) y la flauta travesera no funciona siempre igual.

En general quedaron mejor los movimientos lentos, aquellos en los que el tipo de articulación y de ornamentación del violín resultan más asumibles por flauta y oboe. Especialmente atractivo resultaron en este sentido Andante y Largo de la Sonata de Locatelli, tocados con frases amplias, pero no ampulosas, relamidas o empalagosas, con un sentido de la proporción y de la fluidez de extraordinaria musicalidad. También en Tartini el Andante resultó de una expresividad más cercana y cálida que el algo atropellado Allegro. Los grupos deberían valorar si vale la pena tocar en este ciclo del Alcázar obras como las Variaciones sobre la Follia (de Vivaldi esta vez, otras veces fueron las de Corelli) que pierden su sentido de diversidad en la unidad y su fluidez con esas largas paradas continuas para pasar páginas y asegurarlas con pinzas, algo de lo que tampoco escapó Sono Reale en una interpretación ágil en el bajo, pero completamente inorgánica.

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