Dos años de espera es mucho

Crítica de Música

Andrés Moreno Mengíbar

14 de septiembre 2015 - 05:00

CONCIERTO DE CLAUSURA

Festival Turina 2015. Programa: Obras de J. Turina, F. Bridge, G. Bizet/J. Milone, F. Schubert y W. E. Korngold. Intérpretes: N. Dautricourt, E. Hoppe, K. Baráti y A. Viñuales, violines; Y. lee y A. Arribas, violas; G. Hoffman e I. Vardái, chelos; D. Styffe, contrabajo; B. Palko, A. Madzar y B. Forsberg, piano. Lugar: Salón de actos de Capitanía General. Fecha: Domingo, 13 de septiembre. Aforo: Lleno.

"Nos encontraremos de nuevo". Son las últimas palabras de la Canción de Marietta de Korngold (¿disfrutaremos alguna de vez de la ópera Die tote Stadt en el Maestranza?) que sonaron como despedida, melancólica, sobrecogedora en su belleza melódica y en sus armónicos disonantes finales, con un público paralizado en un instante maravilloso de silencio. Nada mejor como final de este extraordinario festival que esa invitación a reencontranos dentro de dos años. Hora es ya, desde hoy lunes mismo, de que los responsables culturales de la ciudad aten definitivamente la continuidad de una iniciativa privada que por un exiguo presupuesto ha inundado la ciudad de calidad musical como hacía tiempo que no la experimentábamos.

Fue una velada para el recuerdo que arrancó con una espléndida versión del cuarteto con piano de Turina, versión de intensidad contenida y de fraseo milimétrico, con la inefable voz cantabile del chelo de Hoffman. El enésimo y prescindible arreglo sobre Carmen sirvió al menos para manifestar las extraordinarias dotes virtuosísticas de Esther Hope al violín, mientras que Isa Gericke rindió unas muy concentradas canciones de Bridge con su voz tenuemente velada y la sedosa viola de Almudena Arribas. Y de nuevo Schubert, felizmente: brillante y exultante versión del quinteto La trucha con un Madzar en plenitud al teclado, de enorme musicalidad y gran variedad de matices. Con un empaste extraordinario entre las cuerdas, fue como un soplo de felicidad.

stats