Crítica de Música

Salvados por las propinas

leo nucci

Programa: Obras de G. Rossini, V. Bellini, G. Verdi, G. Donizetti y P. Marcarini. Italian Opera Chamber Orchestra. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Sábado, 20 de febrero. Aforo: 1.300 personas.

Hay recitales de los que al final lo que queda en el recuerdo son las propinas. Y no porque sean lo último en ser escuchado, sino porque a menudo los cantantes reservan sus platos fuertes para ese momento de euforia desatada que supone el final del concierto.

Con la voz ya caliente y más metido en ambiente, Leo Nucci regaló a los asistentes tres soberbias versiones de la escena de la muerte de Posa en Don Carlo, del lamento de Rigoletto y de la congoja de Renato en Un ballo in maschera. Tres maravillosas piezas para un barítono de la estirpe verdiana de Nucci, último heredero de esa saga de barítonos fraseadores integrada por los Taddei, Cappuccilli o Bruson, dueños de los recovecos de la voz para dotar de sentido dramático a la música. Nucci, tras tantos años de carrera, conserva esencialmente, además del volumen, su sentido del fraseo, del saber dónde cargar el acento y dónde reforzar las dinámicas con el objetivo de transmitir al oyente la emoción interna de la música.

Ahí quedaron esas propinas; menos mal, porque el recital había sido otra cosa. El desgaste de la voz es más que evidente, sobre todo en materia de fiato, lo que le plantea serios problemas a la hora de mantener una línea de canto bien ligada y le obliga a acortar las frases y romper la ligazón del canto. Instalado sistemáticamente en el forte y dinámicas superiores, faltó refinamiento en los pasajes más delicados. Graves engolados y oscurecidos y abuso de los portamenti caracterizaron una noche gris, aún más oscurecida por las inefables piezas instrumentales de relleno, llenas de cursilería y mal gusto.

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