La emoción llegó justo al final

Crítica de Música

Pablo J. Vayón

05 de noviembre 2016 - 05:00

JULIE FUCHS - OBS. Recitales Líricos. Solista: Julie Fuchs, soprano. Orquesta Barroca de Sevilla. Concertino-director: Riccardo Minasi. Programa: 'Più ma non troppo. El Haendel inédito' (obras de Vivaldi, Haendel, Brescianello, Ragazzi y Galuppi). Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Viernes 4 de noviembre. Aforo: Tres cuartos.

Riccardo Minasi atacó el Allegro inicial del Op.9 nº1 de Vivaldi y, pese al filtro de distancia que causa un espacio tan grande como el del Maestranza, la OBS estaba allí, como siempre, con el sonido bien empastado y el fraseo limpio y refinado que conocen sus seguidores, respondiendo a las acentuaciones teatrales y las articulaciones bien marcadas que le pedía el virtuoso violinista romano, quien se mostró acaso demasiado comedido en la ornamentación que pide la cantinela del segundo movimiento vivaldiano.

La primera de las tres actuaciones previstas este año de la OBS en el coliseo del Paseo de Colón venía en cualquier caso marcado por el debut no sólo sevillano sino español de la soprano francesa Julie Fuchs, una de las jóvenes emergentes del panorama internacional. Afectada por un problema de salud de última hora, Fuchs fue claramente de menos a más, y la repetición como propina del Tornami a vagheggiar de Alcina que había abierto su actuación dejó clara la evolución: lo que empezó siendo frialdad, envaramiento y sensación de voz pequeña acabó convertido en calidez, sensualidad expresiva y voz de tamaño muy apreciable. Si en sus primeras intervenciones había notas que no se proyectaban con la claridad necesaria, especialmente a la hora de apianar, y en los pasajes de agilidad algunos ornamentos perdían prestancia por problemas de articulación, la segunda parte la abrió ya con un aria de Orlando dicha con voz radiante, fraseo elegantísimo y expresión franca y directa. Fue justo esta capacidad de comunicar, de emocionar, lo que elevó el final de su concierto. Atacó la más compleja de las dos arias inéditas de Haendel que se presentaban en el recital con una seguridad y una brillantez que se convirtió en delicada ternura en Il Pastor fido y en conmovedor patetismo en el aria de la muerte de Acis en Aci, Galatea e Polifemo, también repetida.

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