FERIA Toros en Sevilla hoy en directo | Morante, Castella y Rufo en la Maestranza

Arte

En torno a los lenguajes plásticos y su duración

  • La coincidencia de la obra reciente en las galerías sevillanas de Manuel Salinas y José María Báez permite, además de conocer el estado actual de sus trabajos, reflexionar sobre la pervivencia de los lenguajes plásticos de la modernidad

Las prácticas conceptuales iniciadas en el arte a mediados de los 60 y todas sus derivaciones no clausuró los modos y manera de la modernidad y mucho menos en Sevilla y su zona de influencia, donde tan tarde y tan mal se recibieron los cambios en los paradigmas estéticos. La pervivencia de la tradición del expresionismo abstracto y su disolución en el minimal vía Ad Reinhardt y la abstracción postpictórica de Stella, Noland o Ellworth Kelly tampoco es que fuera bien acogida en una ciudad tan falta de información como apegada, todavía a finales de los 60, al costumbrismo academicista, pero, de manera casi azarosa, fue impregnando la obra de algunos pocos artistas que reaccionaron contra la tradición local.

Manuel Salinas fue uno de esos que intentó en los 70 acomodar su pintura al minimalismo sin grandes resultados, hasta que a finales de esa década encontró en la gestualidad del expresionismo abstracto la clave para construir cuadros significativos. La velocidad y la libertad del gesto pictórico abrían espacio plásticos que después el color iba conquistando. Este escenario abstracto y una concepción de la pintura limitada a elementos básicos como el trazo y el color se ha revelado fértil en su caso.

El reconocimiento que su obra goza en el panorama sevillano es fruto tanto de su insistencia en el mismo tipo de obra, y de la función pedagógica que esa insistencia ha tenido sobre el espectador, como del refinamiento alcanzado en la utilización de sus medios. Si el expresionismo abstracto es ya un lenguaje de la tradición, Salinas ha sabido fecundar esa tradición con su sentido de la elegancia compositiva. El riesgo no está en el lenguaje utilizado, sino en cada cuadro; en acertar o errar en cada intento en la aplicación de un lenguaje plástico ya muy definido. Se trata, en definitiva, de pintar sólo guiado por su propio instinto de pintor, como siempre ha hecho, y de probar una y otra vez formulas conocidas hasta reconocer el cuadro que se represente a sí mismo y que esa representación sea una lección de pintura tan atractiva como emocionante. Todo se vuelve a comprobar en esta exposición donde sensuales formas se destacan con su suntuoso juego de colores sobre un fondo incierto pero vibrante de grises y blancos apagados.

El camino de José María Báez en estos años puede parecer igual de estrecho, pero una observación atenta revela las paradojas de su obra. Después de la fase inicial del expresionismo figurativo como parecía obligado a mediados de los 80, pronto su obra se enfrió, refinándose mediante una sutil estrategia conceptual y poética. El uso de letras de aspecto clásico componiendo frases enigmáticas se hizo el rasgo distintivo de su pintura. Las palabras eran un recurso gráfico y pictórico pero también interrogaban al espectador mientras lo sumergían en la trama geométrica y aparentemente decorativa donde se insertaban las palabras. El aspecto de las letras acercaban la obra al epigrama, lo que parece hecho para traspasar los siglos pero los fondos mostraban el variado repertorio de muy diversos estilos surgidos de la razón abstracta de los últimos años, como si ninguno pudiera durar mucho tiempo. La aparición de elementos figurativos en sus cuadros recientes no hace sino ampliar la paradoja. Así, mientras las figuras de Dashiell Hammett, Manolete o Gaudier Brzeska parecen ir camino de la desaparición, los mensajes o el nombre que forman las letras permanecen inalterables.

Pero quizás lo más novedoso de esta exposición sea la pieza titulada Diario, compuesta por numerosas obras, todas en tamaño A4, de la que se han colgado en la galería unas ochenta. En ella es posible adentrarse en el arsenal de tramas, formas y motivos que maneja e inventa el artista y que después pueden o no dar lugar a obras de mayores dimensiones.

Pinturas Galería La Caja China. C/ General Castaños, 30. Hasta el 11 de diciembre.

Obsesión Galería Rafael Ortiz. C/ Mármoles, 12. Hasta el 11 de enero.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios